Este jueves, relato: Soledades
Soledad transgredida. Busco la soledad entre la gente. La soledad elegida. La que reconforta y estimula. La que encontraba hace años al salir a la calle. En el autobús. En las terrazas. En los pasos de peatones, incluso en el bar. Soledad, hoy hipotecada, perdida, vendida al diablo. Los espacios grandes o pequeños, abiertos o cerrados se han convertido en un inmenso, incómodo, incontable, irrespetuoso y universal locutorio telefónico. Gestos. Exclamaciones. Risas gratuitas. Gritos que intimidan y susurros que también. Al instante, uno se convierte, sin querer, en testigo de confesiones, planes, divagaciones, reproches. Espectador —más bien auditor— de secretos, enfermedades, verdades a medias y mentiras enteras. La vida de otros en definitiva, que al mismo tiempo es la nuestra. Poco a poco, día tras día, año tras año, agresión tras agresión. La búsqueda de la soledad se ha convertido en una insufrible pesadilla. ¿ Dónde estás, querida soledad ?