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Mostrando entradas de noviembre, 2020

ESte jueves, relato: Monólogos

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  Hoy he despertado con raras vibraciones. El aire transmitía partículas invisibles de inquietud que se sentían como diminutos cristales de nieve golpeando en mi cabeza. ¡Maldito confinamiento! Hasta Pavarotti, mi canario de volar por casa, que todas las mañanas ameniza mi baño con melodías varias, ha quedado mudo y sordo al mismo tiempo. He minimizado la situación achacándola a algún fenómeno esotérico de difícil explicación y me he lanzado al agradable ritual del desayuno que se compone de un par de esplendidas madalenas, un café con leche con una cucharada de azúcar. El verdadero caos ha venido de la mano de lo más próximo: las magdalenas habían endurecido inexplicablemente, la leche, abierta del día anterior, presentaba en su superficie unas sospechosas manchas de color y olor rancio y, el azúcar —porque ponía "AZÚCAR"—, era sal. Algo había en el ambiente que lo hacía indisciplinado, desobediente, raro de cojones. He intentado no perder los nervios. He puesto la telev

Este jueves, relato: Relojes

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  Apunta el día cuando salgo del hotel. Las calles aún están vacías. Mi primer objetivo es comprar un reloj en el centro Apple de la Quinta Avenida. Una hora más tarde, después de traspasar datos, configurar y agendar contactos, comienza mi aventura por la ciudad más frenética del mundo: «Ride the Wave» —«Cabalgar en la cresta de la Ola»—.   Estreno reloj, un Apple Watch Nike de color gris mar revuelto. Una y otra vez me pregunto cuánto de verdad tendrán las excelencias que el empleado ha argumentado en su venta. 9:00h. La alarma me avisa con una agradable vibración en mi muñeca mientras suena Cecilia Krull dibujando en el fondo de la minúscula pantalla un bello y endiablado cielo rojo. La sugerencia digital empieza con una visita a la primera planta del Time Warner Center, la diminuta pantalla confirma una reserva para un completo desayuno en Dean & DeLuca. A la salida paga Apple, o al menos lo parece. 10:30h. Con la manga de mi camisa escondiendo —a propósito— el recién

Mi «Plaza ...» cumple años

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El blog «La Plaza del Diamante» cumple 13 años. 13 razones (una por año) para celebrarlo: 13 años de vínculos reales en un entorno virtual. 13 años de milagrosa supervivencia en un medio fugaz y veloz. 13 años de soñar, arriesgar, omitir, gritar, reivindicar y errar. 13 años de descubrir corazones e imaginar caras. 13 años alimentando un proyecto frívolo que me sigue enamorando. 13 años de imaginar y mezclar palabras sin olvidar mi origen e identidad. 13 años de aprender de tontos y enseñar a listos. 13 años de compartir halagos, casi siempre por casi nada. 13 años garabateando retóricos escritos y desmedidas ficciones. 13 años acusándome, con y sin motivo, de escribir e ir a mi aire. 13 años de aparecer y desaparecer —Como el Guadiana—. 13 años de mirar hacia adelante sin olvidar mi sombra. En fin, 13 años de locura internáutica compartida.  Y es que, mi Plaza y yo, somos así. Gracias por estar. Alfredo..., el de la Plaza del Diamante.