Este jueves, relato: Invierno
A pesar de su edad, -y de su nombre- Sigfrido no había visto
nunca el invierno. Nació en primavera hace dieciocho años y su vida había
trascurrido invariablemente de la primavera al verano, del verano al otoño y de
éste de nuevo a la primavera.
Dieciocho años sin conocer las Navidades, las rebajas de Enero o
el día de San Valentín. Su reloj temporal le permitía revivir cada nueve meses
los mismos acontecimientos; lo cual por otra parte era lo normal, pues nueve
fueron los meses que él recordaba desde que su papá puso la semillita en su
mamá, hasta el día que vio la luz por primera vez.
Sólo conocía los tres cuartos de todo, y por supuesto desconocía
el significado de las palabras Enero y Febrero. Su existencia estaba llena de
misterios, de ausencias, de lagunas, incógnitas estas que potenciaban su
curiosidad por las cosas.
Un día de Diciembre, creo que el veintiuno, se despertó en la
parte del año equivocada, una que él desconocía, y que no era ni la primavera,
ni el verano, ni tampoco el otoño, y sintió frío.
Anduvo torpe, temeroso y perdido hasta encontrar al Sol, fijó su
mirada en él, y perplejo le preguntó:
-¿Dónde estoy?
-Se llama invierno, -le contestó el Sol- y es el cuarto de vida que te has perdido; a partir de ahora tendrás una vida plena.
Pepe, nos habla de más Inviernos
Pepe, nos habla de más Inviernos
Muy bonito ese cuento de Navidad que has descrito tan bién, que hasta parece cierto. Porqué de un cuento se trataba, no? o Si?Un abrazo muy navideño, generoso y comprensivo.
ResponderEliminarDisfrutar de lo desconocido hasta fundirse en la plenitud...que lindo sería.
ResponderEliminarUn abrazo, feliz invierno, feliz Navidad.
Suerte para él que el destino le posibilitó conocer ese otro cuarto de vida que tantas maravillas potencian!
ResponderEliminarFeliz Navidad, Alfredo!!
=)
Menos mal que se despertó en el tiempo equivocado y pudo conocer las maravillas de una vida plena y llena de cosas tan variadas e imperdible.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz navidad!
Hay que conocerlo todo y sentirlo todo, sino la vida no es completa. El invierno se dió cuenta y decidió que no podía haber ni una persona sin conocerlo.
ResponderEliminarUn relato muy original
Un abrazo
Que lastima de primaveras y otoños perdidos, que no pudieron preparar la realidad viva de el invierno necesario.. Menos mal que el reloj del sol, supo despertarle a tiempo.
ResponderEliminarMuy conseguido relato.
Un abrazo.
Me gustan todas las estaciones del año, Alfredo. No podría una vez conocidas, prescindir de ninguna de ellas. Precioso cuento sobre el invierno.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y gracias por acompañarme esta semana.
Cuando he empezado a leer tu cuento he pensado: qué bien, yo quiero ser como Sigfrido! Pero no...pensándolo mejor, aunque no me gusta el invierno, reconozco que es necesario para completar el ciclo, así que, me alegro de que al final pudiera conocerlo.
ResponderEliminarUn beso
Como no me gusta el invierno sólo se me ocurre otra cosa que decir : ¡Pobre Sigfrido!
ResponderEliminarAun gustandome y prefiriendo el otoño y el invierno, no puedo dejar pasar un día del alegre verano y de la amorosa primavera. Todo hay que disfrutarlo todo.
ResponderEliminarBesos.
Despertar a tiempo para no perdernos nada. Eso es lo importante.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es fácil perderse y maravilloso encontrarse con el mundo que te devuelve el tiempo perdido.
ResponderEliminarLos cuentos también nos llevan a lugares nuevos. Gracias por el viaje.
Feliz 2015 Alfredo!!!
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