Este jueves, relato. La Máquina del Tiempo.
Tic, tac… tic, tac… tic, tac...
El corazón de la máquina del
tiempo late acompasadamente. Un ritmo tan preciso como insolente e inquietante.
En el corredor de la muerte los
relojes son la vida para sus inquilinos. Una vida concreta, limitada, pero
sincera, con las expectativas claras de un futuro determinado. Un final, una
hora, un minuto, un segundo… y se acabó.
Una vez, alguien se burló del inexorable
y calculado tiempo y en el último latido vio la luz, y el corazón de la máquina
empezó con un tiempo nuevo, abstracto e indeterminado, no lo recuerdo bien, tal vez… sólo sucedió
en la ficción.
La escena quedó aprisionada en
tiempo y lugar. Años después todavía veo en aquella pantalla de estuco blanco
las figuras en blanco y negro, llorando de desesperación primero, y de alegría
después.
¿Ha pasado realmente el
tiempo…? Para mí sí, a veces lento, a
veces atropellado, pero pasa. Pero en esa pared de aquel cine de verano, las
penas y las alegrías siguen quietas en sus desconchados. Sólo para la pantalla
ha pasado el tiempo, ha envejecido y sus arrugas protagonizan su textura de
cemento, las imágenes han quedado inertes, nada más pasó después de aquello.
Ese otro corredor existe y su
música sigue siendo un exacto ritmo de delimitados… Tic, tac… tic, tac… tic,
tac…
si hubiese una manera de detener el tiempo, creo, lo que por tránsito fugaz nos resultó maravilloso, seguramente no sería igual si lográramos que fuese eterno. En algún momento perdería su encanto, su magia y por lo tanto, trastocaría su naturaleza dejando de ser vida para transformarse sólo en una proyección de lo que fue. Me viene a la memoria un cuento de Bioy Casares, La invención de Morel, donde se relata la existencia de un artefacto capaz de reiterar una y otra vez el momento más hermoso que cada quien eligiera para recordar eternamente a la vez que se moría.
ResponderEliminarUn abrazo.
Siempre dicen que el tiempo es relativo, así que a lo mejor sólo lo tenemos en nuestra cabeza; pero va a ser que no. La verdad que eso de detener el tiempo es un ideal, tal vez un día lo consigamos.
ResponderEliminarUn abrazo
El tiempo pasa de manera muy diferente para cada uno, el mismo tiempo, es vivido de forma distinta. Somos esclavos de su vivencia y de grandeza que nos permite vivir en sus tres estados. Me encantó. Gracias por participar. Un besote
ResponderEliminarEl tiempo no lo podemos controlar, y siempre aparenta escaso, pareciese que se escurriera de entre los dedos como la arena del mar. Y no siempre se puede afirmar si ha sido aprovechado. De ahí la quimera y el sueño de querer atraparlo.
ResponderEliminarUn abrazo
Muy clásico tu relato, sincronizado y con tempo del tic tac. Y no sumerge en el sosiego del escurridizo tiempo.
ResponderEliminarSaludos
Si la máquina del tiempo tuviera corazón...sístole y diástole, tic-tac desacompasados cuando la imaginación se para.
ResponderEliminarUn beso
¿Donde esta la máquina, dentro o fuera? Pasa y deja su impronta de eso no dudo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hasta los recuerdos se gastan y descascaran, Como una vieja película uno la vuelve a ver y hay un tiempo en que sigues descubriendola, pero luego la pared envejece y las imagenes congeladas, ya no dan más que la repetición mecánica que nada provoca, falta la vida que lo alimente, ese latir, ese tic tac que destruye lo vivido para volver a proponer algo nuevo. Bueno, no se si tu texto hablaba de esto, pero fue lo que me sugirió.
ResponderEliminarbesos y a pasarlo bonito (todo lo que se pueda)