Cot_idianeidades: París
París París, bien vale una misa… aunque sea de difuntos. Miles de pájaros anidan sus árboles y el aire se llena de una música que aturde. A primera vista —más bien, a primer oído—, los cantos se mezclan fundiéndose en una cortina musical de difícil ubicación. Es cuestión de Fe y de concentración. El paseo por una de sus grandes avenidas es lento y trascendente. Gris y húmedo, en París casi siempre llueve; y esa llovizna tan parisina templa la emoción. Lo justo para escuchar el trino de un ruiseñor o a la golondrina, que de lejos cuchichea: Je vois la vie en rose. Il me dit des mots d'amour . A las avenidas le siguen estrechos y sinuosos caminos. Las tórtolas resabiadas permanecen en las alturas lejos de los ejércitos de orondos gatos que desean amarlas hasta la muerte. Entre sauces y limas, un cansino y psicodélico eco repite: This is the end beautiful friend. This is the end, my only friend, the end. El entorno es frondoso, natural, y un moho regado de rocío v...