...Sábados de Mercedes
..Paseo por esta Isla, solo, viviendo y disfrutando una soledad elegida, me acompañan algunos libros y en esencia sus autores, releo entre otros un cuento que Mario Benedetti escribió en el 59, “Montevideanos” una mirada crítica en clave de humor sobre sus gentes, sus gestos sociales y urbanos que me trasladan a aquel primer viaje a la capital uruguaya, cuyos recuerdos paso a relatar:
Aquella mañana me perdí queriendo, por esas calles en las que se respira el salitre que despide la proximidad del Mar.
Caminando entre fachadas agrietadas y descubriendo a cada esquina o en cada cruce la vista desnuda del Río de la Plata, ese mar dulce que bordea la ciudad.
Paseé por la Ciudad Vieja, hasta el Café Brasilero, acogedor y antiguo de más de un siglo, leí que en una de sus mesas, observando ausente musas invisibles, estaba Eduardo Galeano con un zumo de naranja casi consumido, imaginé que le acompañaba en sus paseos callejeando hacia el puerto, entrar con él en el Mercado, que es un referente para los amantes del asado, estimulando el gusto con los penetrantes olores a parrilla.
-“Viajamos a Montevideo, a la boda de Gonzalo, el hijo menor de Agustina, sus padres decidieron tirar la casa por la ventana e invitaron hasta los parientes más lejanos. El “Casamiento”, fue toda una fiesta con encuentros y recuerdos esperados.
En la Cena, los platos se sucedían, asados los lomos, chorizos, ricas carnes a la parrilla tradicional, acabando con deliciosos postres variados, moles, yemas quemadas, merengues y los conocidos dulces de leche y manzana.”-
Sigo andando hasta llegar a la Plaza Zabala y nos columpiamos en los columpios de los niños y descansamos sentados en un banco, luego nos regalamos una visita al Museo de Artes Decorativas, que ocupa el interior del palacio Taranco y finalmente al atardecer, en la rambla Monteverde, vemos como los pescadores espontáneos recogen sus cañas y sus anzuelos, en un gesto que anuncia que la noche está próxima.
-“Acaba la Cena, es la hora del Baile y de la Fiesta, los invitados se reagrupan en busca de caras conocidas, familiares o amigos a los que recordar con un gesto cómplice experiencias de tiempos pasados, el transito por el local se hace lento y dificultoso, en el horizonte alguna cara reconocida con la que romper ese primer hielo de una ausencia demasiado prolongada. Al tiempo que tropiezo con un camarero, que inmerso en su quehacer de repartir las últimas copas, vuelca el contenido de su bandeja sobre mi traje de lino y el vuelo de un vaporoso vestido de seda rojo, miles de disculpas, las servilletas en rápido auxilio, las risas nerviosas, mientras el color dorado de las manchas del champagne van tiñéndose y dándole una nueva dimensión a nuestras hasta entonces inmaculadas ropas de Fiesta, la mía y la de ella.”-
Mi último recuerdo es el de una playa lejana, delante de un gigante que asoma a la superficie, emergiendo sus cinco dedos de cemento en la gran duna playera de Punta del Este, lugar de vacaciones turístico y rutilante, paraíso de príncipes y reinas del mundo mas glamoroso de Uruguay, carne de gimnasio, ropa de marca y crema protectora.
...sigo paseando por esta isla, saboreando a Benedetti e inmerso en estos recuerdos.
encontrarás mas relatos en el "Cuaderno de notas" de Casandra
Aquella mañana me perdí queriendo, por esas calles en las que se respira el salitre que despide la proximidad del Mar.
Caminando entre fachadas agrietadas y descubriendo a cada esquina o en cada cruce la vista desnuda del Río de la Plata, ese mar dulce que bordea la ciudad.
Paseé por la Ciudad Vieja, hasta el Café Brasilero, acogedor y antiguo de más de un siglo, leí que en una de sus mesas, observando ausente musas invisibles, estaba Eduardo Galeano con un zumo de naranja casi consumido, imaginé que le acompañaba en sus paseos callejeando hacia el puerto, entrar con él en el Mercado, que es un referente para los amantes del asado, estimulando el gusto con los penetrantes olores a parrilla.
-“Viajamos a Montevideo, a la boda de Gonzalo, el hijo menor de Agustina, sus padres decidieron tirar la casa por la ventana e invitaron hasta los parientes más lejanos. El “Casamiento”, fue toda una fiesta con encuentros y recuerdos esperados.
En la Cena, los platos se sucedían, asados los lomos, chorizos, ricas carnes a la parrilla tradicional, acabando con deliciosos postres variados, moles, yemas quemadas, merengues y los conocidos dulces de leche y manzana.”-
Sigo andando hasta llegar a la Plaza Zabala y nos columpiamos en los columpios de los niños y descansamos sentados en un banco, luego nos regalamos una visita al Museo de Artes Decorativas, que ocupa el interior del palacio Taranco y finalmente al atardecer, en la rambla Monteverde, vemos como los pescadores espontáneos recogen sus cañas y sus anzuelos, en un gesto que anuncia que la noche está próxima.
-“Acaba la Cena, es la hora del Baile y de la Fiesta, los invitados se reagrupan en busca de caras conocidas, familiares o amigos a los que recordar con un gesto cómplice experiencias de tiempos pasados, el transito por el local se hace lento y dificultoso, en el horizonte alguna cara reconocida con la que romper ese primer hielo de una ausencia demasiado prolongada. Al tiempo que tropiezo con un camarero, que inmerso en su quehacer de repartir las últimas copas, vuelca el contenido de su bandeja sobre mi traje de lino y el vuelo de un vaporoso vestido de seda rojo, miles de disculpas, las servilletas en rápido auxilio, las risas nerviosas, mientras el color dorado de las manchas del champagne van tiñéndose y dándole una nueva dimensión a nuestras hasta entonces inmaculadas ropas de Fiesta, la mía y la de ella.”-
Mi último recuerdo es el de una playa lejana, delante de un gigante que asoma a la superficie, emergiendo sus cinco dedos de cemento en la gran duna playera de Punta del Este, lugar de vacaciones turístico y rutilante, paraíso de príncipes y reinas del mundo mas glamoroso de Uruguay, carne de gimnasio, ropa de marca y crema protectora.
...sigo paseando por esta isla, saboreando a Benedetti e inmerso en estos recuerdos.
encontrarás mas relatos en el "Cuaderno de notas" de Casandra
Reconozco este lugar que tan bien describes porque eres buen aprendiz de brujo, digo de escritor, jaja..Qué lindo verse reflejado en palabras con acento español. Y ese tema de Canoura? yo no lo conozco, de donde lo robaste, o te lo grabó para vos???
ResponderEliminarEl de Jaime y Laura, ya se, me robaste a mi, jajaj.Bueno entre ladrones queda la cosa. De la boda (casamiento) que relatas, sacaré ideas para la de mi hijo que es prontito: le encanta la parrilla y el dulce de leche. No había pensado en un vestido rojo, pero no estaría nada mal. BESOTES!!
Montevideanos me pareció una de las mejores obras de la literatura,me encantó!
ResponderEliminarUn gran post,te felicito.
Besos
Cuando una persona consigue con un relato, que el que lo lea se vea inmerso en la situación como si la estuviese viviendo, y la disfrute de igual manera que los personajes que se describen en él; yo lo llamaría sinceramente, maravilloso narrador.
ResponderEliminarUn saludo.
Hermoso relato, anduve paseando un rato con vos y conociendo. Estuve en el casamiento y hasta se me escapó un ohhhh cuando el mozo te tiró el champagne encima! Cosas que pasan ...
ResponderEliminarMe gustó pasar por aqui este sábado, me acordé que tengo que buscar un libro de Benedetti que hace rato que lo tengo perdido.
un abrazo
Alfredo, un encanto tu relato, todos los buenos recuerdos nos acompañan en la soledad de una isla desierta. Gracias por nombrar el libro de Benedetti, me gustaría leerlo.
ResponderEliminarBesos.
Buena la recorrida por esos lugares desconocidos para mí. Pero que, bien descriptos sirven de guía turística.
ResponderEliminarMuy buena descripción de los lugares por donde vas pasando, entran ganas de andar.
ResponderEliminarUn saludo
Hermoso homenaje para todos los hermanos uruguayos.
ResponderEliminarun precioso recorrido!
Saludos desde el bus!
Gracias por su visita Alfredo,es estimulante sus aportes aqui y alla cuando nos visita,aire que necesitamos,palabras confidentes al oido y esa gran,gran sencibilidad que nos contagia
ResponderEliminarun abrazo desde la otra orilla
Hoy ya puedo leer tu relato, como se merece.
ResponderEliminarDespacito, saboreando ese menu de boda, ese olor a salitre del mar, ese baile, esa playa lejana, esos recuerdos y esas palabras de Benedetti.
Como siempre,como tu sabes hacerlo, un descriptivo relato lleno de poesia, y por supuesto de Uruguay, que de haber tenido tiempo, yo tambien hubiera elegido esa opción esta semana, para homenajear a esa conductora del bus tan especial que es Casandra.
Me ha entusiasmado tu relato.
Y me ha encantado conocerte personalmente.
Un beso muy fuerte
Precioso relato, me ha gustado pasear por esos lugares que no conozco pero que comienzo a tener ganas de ver
ResponderEliminarUn saludo de Mar
Alfredo!!!!! Es magnífico tu relato. No se qué decirte, escribes maravillosamente y esta vez, de la mano de Benedetti que tanto me ha hecho soñar situaciones a mi también, lo has bordado con hilos de plata y oro... No dejes nunca de escribir relatos, te incitaría a escribir tal vez un libro de memorias que es como dejar una vida para admiración y testimonio de muchos valores, que tu tienes sin duda alguna...
ResponderEliminarAquella mañana me perdí queriendo, por esas calles en las que se respira el salitre que despide la proximidad del Mar.
ResponderEliminarEsa frase es maravillosa.
Es un relato magnífico, entrelazando dos historias.
Chapeau, Alfredo.
Muy ingenioso, muy sabroso, muy adoc...
Seguramente tu no te quedarias nunca sin trabajo...
Alfredo, ha sido un verdadero placer conocerte.
Supereas con creces, las buenas vibraciones que destilas en el blog.
Además de admirar tu cultura, tu buen hacer, tu ingenio, admiro tu persona, tu cordialidad, tu amabilidad, tu autenticidad.
HA SIDO UN HONOR,
De algún modo, gracias a Benedetti, también recorrí es país en "Primavera con una esquina rota"; lo recorrí bajo la angustia del exilio, es cierto; pero embebido en ese mundo existencial de emociones que excelentemente compuso.
ResponderEliminarHas elegido el mejor homenaje posible, Alfredo.
Saludos
Alfredo, gracias por tu visita. Pasaba a contestarte que sí, efectivamente dos de las fotos que puse en la entrada sobre Montevideo son del Mercado del Puerto
ResponderEliminarun saludo!
Muy bueno el relato, Alfredo, con ingenio, sabor, color y texturas.
ResponderEliminarQue ganas entran de ir invitada de incognito a ese casamiento, aunque me arruinara el camarero mi vestido de fiesta, y pasear recordando la ironía de Benedetti dedicada a sus paisanos de tu brazo, sin perder detalle y retratar a los pescadores al atardecer y la luz especial de la playa del gigante...
Ha sido una gozada, Alfredo. Besos,
v0lvere c0n despaci0sidad
ResponderEliminary v0lvi, esta palabra la he cumplid0.
ResponderEliminardeb0 de tener tantas c0sas pendientes c0m0 gust0s, c0m0 c0sas enlas que me gustaria sumergirme...asi, una de ellas y debid0 a est0s sabad0s literari0s y a la gente de ell0s, seria leer a galean0...0tra seria, y debid0 a que tu me l0 has rc0rdad0, leer a benedetti...
per0...0 a veces me desb0rda una pasi0n, que ah0ra se llama internete y el hech0 de haber descubiert0 a gente c0m 0 tu y a sus lecturas, 0 a veces se me 0lvida en una trifulca de querer hacer 5 c0sas a la vez.
en fin, he c0n0cid0 alguna c0sa d em0ntevide0 en est0s d0s dias que llev0 leyend0 a l0s del bus. una su 0rigen. 0tra, su mercad0. y la mej0r, tu relat0.
gracias.