Este jueves, relato. ¡Estoy harto!
A las 00’01 abre sus puertas el día. El público impaciente espera fiel a que este, por fin, sea el de la estabilidad o el del descanso deseado. Fuera, los dueños del Mundo hacen piruetas para encajar sus piezas donde más duela. Los nuevos amos coquetean entre bastidores y dan los últimos retoques a la guillotina que decapitará ilusiones y esperanzas. Ellos, en cambio, se blindan los beneficios por venta de armas, tráfico de diamantes o fortunas incontroladas en Islas Caimán. Se enciende el día y el Mundo se agolpa adolorido entre recortes, impuestos, retrocesos de libertad y devaluación de la dignidad. El mercado global manda, pronto caerá la noche y con ella el silencio. Todo quedará dispuesto como en un cementerio. Muertos inútiles hasta la madrugada siguiente en que de nuevo los “valores” quedarán hipotecados al servicio de unos cuantos desconocidos que desde su paraíso dorado manejarán los hilos de un ejército dormido. Ni siquiera dormir, los dejarán dignamente.