Este jueves, relato: Encuentro con mi pasado
Encuentro con mi pasado.
Echo la vista atrás y veo un gran contenedor. Un cubo de cristal de evidentes y enormes seis lados y cuyo interior está casi lleno. Lo examino de reojo dando vueltas alrededor de él.
Me puede la curiosidad. Es un cubo sobredimensionado.
De sus paredes transparentes cuelgan, entre otros objetos, fotografías en brillo poliesterizado de gran formato. Todas ellas representan la perspectiva de un espacio delimitado de cristal y, ocupando su interior, los más diversos objetos.
Me sobrecoge una extraña y mágica visión que provoca un sinfín de reflexiones.
Me veo en él.
Me descubro y me distingo espontáneamente perfilado.
Dentro y fuera.
Fuera, espectador de mis recuerdos y dentro, vacío
para recibir y alojar en mi interior lo que sea de menester. Las fotos vuelcan
emociones, pasiones, traiciones, gente y más gente que empuja y codea por
situarse bien; otros, los menos, seres queridos a los que no quiero perder de
vista y en un rincón, amigos que solo desean estar aunque sea en cuclillas en
una de las esquinas de esos ocho ángulos perfectos que se ensanchan poco a poco
tal y como se van llenando.
Por el suelo, kilos de
textos, enciclopedias, libretas, lápices, gomas —de borrar y de las otras—,
billetes de avión arrugados por el miedo, la factura húmeda de un hotel de
Venecia, una impagable colección de vinilos, pelotas, balones, camisetas con el
número 3 y muchas deportivas blancas destrozadas por los buscados y sucesivos
encuentros con la tierra y los contrarios; boletos de todo tipo, cartas de amor
y de desamor —que también—.
En el rincón apuesto, millones de mariposas, que más de una vez poblaron mi pecho.
Soy víctima de la
estética, del equilibrio, de la composición, al punto de que me exijo
paralelismos y perpendicularidades con las cosas que no lo merecen.
Miro de nuevo —esta vez desde dentro—, absorto, hacia ningún sitio. Intento recopilar los titulares por ordenar y procesar.
Deambulo por sus cuatro lados sin prestar atención al tiempo
que pasa, agotando los minutos del margen de espera antes de que decida
despertar.
Las mariposas, desde dentro, todavía revolotean en mi estómago como frías burbujas, en su recuerdo, el aire fresco entra por todos los rincones de mi cuerpo.
Es como estar en una sala de espejos pero en esta ocasión es un cubo donde lo que ves es el fondo de ti mismo .Al menos me ha dado esa impresión ...descubriendote .
ResponderEliminarInteresante relato . Un abrazo !!
Hola, Campirela. Los espejos es que son muy chivatos y, por más que quieras, no esconden nada. Besos
EliminarUn minucioso recorrido de lo vivido y sentido, y el divagar de cada una de las situaciones y emociones…
ResponderEliminarMuy bueno y reflexivo.
Un placer leerte.
Abrazo, y feliz día.
Gracias por tu comentario. Divagar el lo menos malo que nos queda (A algo hay que aferrarse). Besitos
EliminarUna sustancial mezcla de recuerdos y esencias que definen tu identidad. "Soy víctima de la estética, del equilibrio, de la composición, al punto de que me exijo paralelismos y perpendicularidades con las cosas que no lo merecen" creo que esa frase resumen tu actitud ante la vida, intentando racionalizar aún lo caótico. Muy buen texto. Un abrazo
ResponderEliminarGracias, Mónica. Tú sí que sabes leer entre líneas. Algo tendremos en común, ¿no?. Besitos
Eliminar¡Menudo texto, Alfredo! Es un maremágnum de sensaciones, un ir y venir y volcarse en una espiral. Es introspección y, al tiempo, un salirse de uno. Es una cosa, no digo rara, curiosa sí, impresionante. Es como buscar en el fondo de armario.
ResponderEliminarMagnífico, Alfredo, de corazón.
Muchísimas gracias por sumarte a la convocatoria de esta semana.
Un beso enorme.
Gracias, Mag. Una enorme caja de Pandora, tan grande que casi cabe una vida. Besitos
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ResponderEliminarSeguro que eres un hombre estredamente escrupuloso con la limpieza y el orden. Yo he leido esto. o me ha parecido que tu entrada tan perfectamente expuesta, te dibujaba así.
UN SALUDO MUY CORDIAL .
Gracias, Montse. A veces, demasiado. Pero nadie es perfecto, ¿no? Besitos
EliminarMe encantó tu texto Alfredo, es genial. Original y completo. Y la foto buenísima, felicita al fotógrafo de mi parte. Un Abrazo
ResponderEliminarGracias, Myriam. Paco Alberola es, además de muy buen fotógrafo, muy buen amigo. Le trasladaré tu felicitación.
EliminarLo lei dos veces y lo gocé doble. Es de esos materiales que cualquier psicólogo/a desearía tener en su consultorio para trabajarlo con su paciente por la riqueza de las evocaciones y múltiples perspectivas. Maravilloso.
ResponderEliminarPues tengo que darte las gracias dos veces (Nobleza obliga). Espero que este relato no caiga en manos de mi sicólogo, me subiría la tarifa. Besitos
EliminarLa deconstruccion de una vida, como dicen ahora. las piezas que solo tu sabes com se montan y que podrian encajar en un cubo de cristal, si todo fuera tan perfecto como él.
ResponderEliminarMe encantó la forma de expresarlo, tanto el despiece como la exposicion en un cubo de vidrio
saludos
Gracias por pasarte por mi plaza. El cubo es perfecto, da mucho sí y si es de cristal más todavía. Me gustó que te gustara. Besos
EliminarTodo lo que es posible recopilar en una vida en un mezclun de sensaciones. Besos.
ResponderEliminarEs bueno recopilar sensaciones, solo así puedes luego llevarlo al papel (O quedártelo para ti). Besos, Inma.
EliminarOnirismo entre posibles espejos. Me ha gustado tu visión.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola, la alucinación en virtual, casi tanto como yo... Gracias, Albada 2, por pasarte por mi plaza.
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