Sábados literarios de Mercedes. (Con retraso)
Juan Manuel Rodríguez de Sousa, propuso como tema para un Sábado de Agosto, en el que no pude participar: “Ciencia Cuentista”
No obstante, conocedor de la propuesta escribí un texto que hoy aprovechando este Sábado sin relatos he decidido postear.
Pido disculpas a Juan Manuel y a Mercedes por esta insubordinación
y en desagravio les dedico esta:
La Dama que inventó la Noche.
Al joven Aristarco le perturbaba la noche, no entendía el cambio a ese gris oscuro, casi negro, tan diferente al de el día, tan claro y luminoso al que se había acostumbrado y asumía como natural, no así la noche que suponía para él, (consumando curioso) un verdadero quebradero de cabeza.
Le inquietaban los fenómenos que aunque aparentemente normales, no terminaba de entender y para los que aseguraba habría alguna explicación.
Repasaba diariamente el proceso de oscurecimiento al tiempo que se producía, en una secuencia casi exacta o al menos eso parecía indicarle su particular medición del tiempo, e intrigado presenciaba el transito pausado que el estado de absoluta claridad daba paso irremediablemente a la más enigmática de las sombras.
Pensó que algo tendría que ver en esa secuencial forma de manifestarse, por un lado el espacio que habitaba y por otro su relación con esa bola amarilla de visión casi insoportable de cegadora luminosidad, conocía por sus maestros que el nombre del uno y la otra eran: Tierra y Sol.
Aristarco, todavía no era experto en cálculos matemáticos, ni siquiera pensaba que su aplicación le resolvería el problema, pero algo tendría que ver la distancia entre ambos, su forma, (conocía la del Sol), incluso sus movimientos, si es que estos existían. Ensimismado en estos devaneos astronómicos, le venció una vez más el cansancio y con él, un sueño reparador que más tarde y con la claridad del día le devolvería a sus cábalas de mago aficionado.
Soñó con una dama, atractiva como no había conocido hasta entonces, rubia platino vestida de azabache y un rostro limpio y reflectante como el agua de los estanques de su natal Samos, envuelta en un halo de estrellas, misteriosa y hechicera le confesó que se llamaba Luna y que era la pieza del rompecabezas que él tan ansiadamente buscaba, el tercer ángulo de ese triángulo rectángulo del que él sólo había dibujado una hipotenusa.
Despertó todavía en sombras manteniendo aún la revelación en su somnolienta inconsciencia, miró al cielo y allí estaba ella, la Dama, el tercer ángulo que daba origen a los dos catetos.
Al instante, en su capacidad para formular, lo supo: “El no era el ombligo del universo, sólo era un planeta girando alrededor del Rey Sol”
...a ese descubrimiento le llamó heliocentrismo.
Su muy buena participación, merece un sentido aplauso. Aqui va el mío.
ResponderEliminarcariños demorados como su relato.
No importan los tiempos cuando se tienen ganas! jejeje seguro los organizadores sabrán disculpar!
ResponderEliminarmuy original tu texto "cientificista" jjjejeje Está muy bueno!
saludos.
Aristarco, Copérnico, Galileo Galilei... y, ya con las matemáticas de por medio, se pudo demostrar lo que intuía el de Samos.
ResponderEliminarAunque parece que algunos todavía se empeñan en preferir un libro de ficción a la ciencia.
Sin olvidarme de Kepler y Descartes, te felicito por este relato tan científico y ameno.
Un beso, Alfredo
desde una noche clara, con nubes blancas de algodón de azucar, iluminada por la media dama de la noche, te mando un abrazo y las gracias por tu precioso relato
ResponderEliminarque psique puede cuestionar el dia y la noche,que ramificacion neuronal interviene para dilucidar tales conclusiones, que cosas se ponen en juego como disparador,y a quien se le ocurre postearlo?
ResponderEliminarRespuesta:Solo al humano,por mas que lo intente no me imagino otro ser sobre esta tierra..
cordiales saludos
La espera mereció la pena.
ResponderEliminarUn abrazo con olor a dama de noche.