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Los domingos... Limpieza General. "Una mesa" (Aireando viejos relatos)

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     Una mesa, como mi padre. De mayor, quiero ser mesa como mi padre, no una de esas extensibles o articuladas, ¡no! quiero ser de una pieza, grande y maciza.      Sólo soy un pino, no importa, seré la mesa más fuerte de cuantas se hayan fabricado, con los abuelos presidiendo los extremos, sonriendo cómplices por habérsela comprado a Quimet, el ebanista de la Plaza.      Recuerdo aquella que se hizo él para su casa, de vieja delataba en su piel todo su pasado. La mesa del Quimet y la Colometa era su historia.  Su superficie, que ella lustraba cada sábado, era un mar de cicatrices por cuyas rendijas, ensimismada, pasaba las horas arañando las migas de pan que habían quedado varadas en su fondo.      Hay un largo camino, desde Valsain, allá en la Sierra, hasta la carpintería de Quimet. Es ley de vida, ya tengo los poros abiertos y mi piel es clara como la paja pálida con sombras rosadas.     Huelo a fresco y no me importará oler a cola como huelen los mayores, primero h

Este jueves, relato: Él y sus Circunstancias.

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La suya es una enorme y pesada circunstancia. Toda la que a través de los años ha ido añadiendo a su cuerpo, como la nieve se adhiere a sí misma ante la inevitable y vertiginosa caída. Como las superpuestas cortezas del tronco de un árbol que tan solo sirven para revelar a golpes de hacha la madurez de ese corazón cansado de crecer. Empezó gustándose tal cual, no había espejos en los que referenciarse y a ciegas empezó una loca carrera a ninguna parte. Justificó su soberbia, su vanidad y su ira confundiéndolas con equivalencias de las que carecía. Las imitaba con tal convicción que parecían llevar sus apellidos. Pero también en eso se equivocaba, la sombra de la desigualdad, la escasez y la vejación de su adolescencia, dibujó en su futuro inmediato unos irreales pájaros negros con alas de plomo. Su condena sólo se purgó con la otra condena, la del cuerpo. Y al final, Él y sus circunstancias dejaron de pesar para su entorno más cercano y especialmente para él mismo. Más ci

Palabra 31 de 52: "Manos"

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Mis manos se visten de fiesta cuando te tocan. Eres tú la seda, tú el algodón. Mis manos se desnudan, y osadas, viven el robo de tu desnudez. Mis manos te estrenan y me abochornan, sobre ti parecen más viejas.   Mis manos te disfrutan sin buscarte, y te encuentran en lo oscuro. Más sobre manos en el Blog de Sindel