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Un poco de Portugal, para ir haciendo boca.

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   Vídeo subido por:  Donegal

Este jueves, relato. La comida

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Menú degustación: -1/2 Ensalada de gambas y foie -1/2 Ensalada de angulas -1/2 Tacos de bacalao -1/2 Langostinos -1/2 Lenguado -1/2 Rape -1/2 Perdiz -1/2 Solomillo - 1   Postre Llovía a cántaros. La conducción era lenta y la demora en la carretera la hacía más inquietante. La mesa estaba reservada para las 21'00 horas. Hoy precisamente era el día en el que el restaurante reanudaba su actividad, después de las habituales vacaciones anuales. -Buenas noches, mi nombre es Alfredo y tengo mesa para las 9'00, quizá nos retrasemos un poco, esta lloviendo y la conducción es muy lenta. -No se preocupe D. Alfredo, le esperamos. De Valencia a Zaragoza, habíamos mantenido el horario previsto, pero la circunvalación en la ciudad maña, estuvo lenta y a veces parada. Una vez en la autovía de Pamplona, intentamos recuperar el promedio perdido, cruzamos la capital navarra con media hora de retraso, y aún nos quedaba lo peor. A unos kilómetros terminaba

Héroes de cabecera. Al Pacino (19)

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Al igual que el Teniente Coronel Frank Slide, protagonista de Esencia de Mujer ,  personaje cuya interpretación le valió el Oscar, Al Pacino nunca se ha casado. Alfredo James Pacino nació en el East Harlem de Manhattan, en una humilde familia de origen italiano, como alumno ya manifestó sus dotes interpretativas, por lo que en su entorno escolar alimentaron sus posibilidades de formarse como actor.  S e trasladó a Greenwich Village, ingresando en la High School of Perfoming Arts de Manhattan y como muchos de sus compañeros, tuvo que aceptar trabajos alternativos con los que financiar sus estudios de formación artística. Fue acomodador, chico de los recados y showman en representaciones infantiles, durmiendo en ocasiones en el escenario del teatro donde trabajaba o simplemente pasando la noche, pues fue victima durante mucho tiempo de insomnio crónico. Su calidad interpretativa no pasó desapercibida para la leyenda del cine Charles Laughton que lo tomó bajo su protección c

Este jueves, relato. La radio de la noche.

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La ventana cerrada era incompatible con el sofocante calor de la noche. Pero si la abría, entrarían los mosquitos y esa si que era una alternativa inviable. Optó por una ducha de agua fría y templar un cuerpo que amenazaba con no pegar ojo en toda la noche. Una vez más, repitió el camino que le llevaba de las sábanas cálidas al frío de la nevera, encharcando su estómago con el helado y efervescente contenido de una mini de Vichy catalán. Consideraba la posibilidad de contar lirones, pues habitualmente dormía como uno de ellos, pero fue entonces, al regresar al dormitorio cuando prestó atención a los puntos luminosos de su flamante equipo de música. -Eso es, pondría alguno de sus discos favoritos- Sin embargo la noche exigía algo menos predecible, conocía el orden de reproducción y el texto tantas veces oído de las canciones, necesitaba más improvisación, más sorpresa. Algo que lo distrajese por lo inesperado... ¿quizás la radio?. -Claro, ¿como no la había

Un taxi con Ángel

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Ángel tiene 25 y 53 años. 53 en el DNI y 25 como taxista. En estos años ha compartido tantas historias y situaciones con desconocidos, que cada día entiende mejor la naturaleza humana. No es algo fácil de comentar ni con sus colegas de profesión ni con su familia, así que mantiene sus teorías de forma silenciosa. Ha llegado a catalogar las vidas de las personas. Según él, los humanos en realidad, sólo tenemos una lista muy corta de problemas..., y muchos de ellos son causados por el miedo o la falta de cariño. Los viernes por la tarde suele hacer su servicio en el aeropuerto de Manises porque llega mucha gente para el fin de semana. Hoy apenas ha esperado 40 minutos y ya sólo tiene delante los taxis de Tomás y Jaime, dos nuevos amigos con quienes ha compartido tertulia hasta hace un rato. "Veamos –piensa- familia numerosa con mucho equipaje, para Tomás. Irán a la zona del Saler. Ejecutivo serio, para Jaime. Seguro que vuelve de trabajar en Madrid... Y a mi me toca

Este jueves, relato. Un relato histórico

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Convinieron la Boda para Mayo. Eran muchos años de relaciones y el final de la Guerra Civil propiciaba una normalidad aparente. Todavía quedaban temores e incertidumbres, pequeños resquicios por donde cualquier nueva ilusión podía sucumbir a los miedos propios o a los recelos de los demás. En Valencia, todavía con la secuela de "zona roja" nadie podía estar plenamente tranquilo. Hubo que conseguir y rellenar muchos "papeles" certificados de buena conducta, partidas de nacimiento, documentos de empadronamiento... Él lo tuvo fácil, había nacido en la ciudad y pertenecía a una discreta familia de notorias costumbres cristianas. Lo de ella en cambio, era más difícil, inmigró de niña desde un pueblecito de la Mancha y ante lo inminente de la Boda, pidió al abuelo Máximo que viajara al pueblo para obtener algunos de aquellos tan complicados como necesarios papeles que sólo el cura o el alcalde podían validar. Máximo, regresó a su pueblo después de mucho

A propósito de... “Los jueves, relato”

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Parece fácil... una convocatoria, un tema a compartir y algún amigo incondicional para sumarse a la aventura de relatar sobre el título propuesto. Nada aparentemente más sencillo. Libertad para expresarte, sin limitación de caracteres y aproximarte al jueves para publicar. El tema es una excusa para encontrar tu propia interpretación o incluso darle la vuelta y llevarla a un terreno en el que obviamente te encuentras más cómodo. Vale el drama, la tragedia, la comedia, la abstracción, el concepto, la ironía, la trascendencia o tal vez, todo lo contrario. La poesía, la prosa, la prosa poética, la retórica, la investigación, la historia, la ficción o la realidad, a veces la nuestra. El caso, es que relates acerca de “eso”. Sin embargo, nada más difícil que mantener viva esta participación. Con una frecuencia regular, semana tras semana, captando nuevos relatores y envejeciendo junto a la idea como un buen vino que mantiene el poso sedimentado en el fondo de la botel

Jacques Costeau. Hymn nº. 13 (y último)

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Oficial de la Marina, oceonógrafo, inventor, cineasta, académico, realizador de cientos de documentales sobre la fauna y la flora marítima, ecologista celebérrimo y uno de los hombres más famosos de Francia. Nadie ha hecho tanto por los océanos. El fotógrafo tuvo que perseguirle durante años para que posara unos minutos.  Es huraño, avaro y autoritario, pero al mar no le importan esas minucias. Saint-André de Cubzac, Francia, 1910 - París, 1997.

Admirable Japón

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Destaco este texto del crítico Carlos Boyero, entre la mucha basura de este fin de semana. "En Japón, el otro foco de las casi siempre horrorosas noticias del mundo, abundan las imágenes admirables, el temple y la civilización de una forma de ser que los occidentales consideramos enigmática. Los que tienen que convivir con el pánico no han perdido los modales. No hay pillajes ni atropellos. Desechan la ley selvática del sálvese quien pueda, la dignidad es transparente, la gente decide por voluntad propia y responsabilidad cívica dejar Tokio a oscuras para ahorrar energía. Una anciana confiesa sin ostentación que lo ha perdido todo en el tsunami, pero añade con sonrisa sabia que, al menos, ha conseguido traerse a sí misma. Es conmovedor. También alentador". Carlos Boyero, para El País

Este jueves, relato. El Concierto

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Conocí a Lluís Llach en un concierto en La Sociedad Coral El Micalet de Valencia, eran tiempos de “Madame” y “La Gallineta”, y se acababa de editar su tercer disco “I si canto trist”. En a quel primer concierto, descubrí un artista completo, sus textos eran frescos y valientes, expresados con unos registros líricos desgarradores, inusuales para un cantautor “Pop”. Textos que evidenciaban mensajes de fuerte compromiso social, y a la vez tiernos y poéticos sobre los que se construían las más bellas canciones de amor por las personas y por la naturaleza. Asistí hace unos años a su último concierto en el Auditorium de Castellón y fue entonces, en su despedida, cuando sentí que empezaba a contabilizar emociones que serían irrecuperables y me sentí mayor. Entre uno y otro han habido muchos más, pero recuerdo especialmente aquella noche de verano, en el Teatro Romano de Sagunto. Era una noche parcialmente nublada, y las estrellas se dibujaban veladamente en un cielo gris oscuro,