Este Jueves, Relato. Tauromaquia
Ella, también estaba enamorada de él. Lo conoció una noche en la que sus caras se fundieron en el reflejo de una esperanza cristalina, les sorprendieron sus diferencias vitales, pero una primera conexión sentó las bases de esta relación tan abstracta y virtual. Era antinatural, ella hasta ese momento había jugueteado con los astros y él con las vacas, pero ese instante había torcido los destinos de ambos en una dirección impensable. Se buscaban en la noche, al reflejo de aguas salmantinas que cristalizaban sus rostros en la helada madrugada, su amor era incompleto, les faltaba tocarse, seguir con la mirada sus gestos, temblar con sus rubores. Así, con esas carencias se encontraban y así se disfrutaban. Ella, se llamaba Catalina, él, Ojos Negros, a ella la habían bautizado para la vida, a él para la muerte, aunque se dejaba engañar, cuando le vendían un destino inmortal. Había soñado con ser Ruiseñor, o Llama, o Lince y decidir sobre su propio destino, pero sabía que una tarde de glori