Este jueves, relato: El protagonista oculto... Una guerrera.
Encarni es
actriz. Hoy tiene rodaje.
Un rol dramático,
como su vida.
Sale de casa apresurada, nerviosa. Ha conseguido maquillar los hematomas
de su cara y, de nuevo, darle brillo a sus expresivos ojos.
De camino al
estudio se esfuerza por recuperar la normalidad. Ella es tierna, amable y
apasionada con todo aquello en lo que cree; pero en casa... eso es otra
historia, al menos hasta hoy. No sabe si, por fin, será capaz de cumplir lo que
se ha prometido.
Toma consciencia nada más gritar el director:
«¡Silencio,
se rueda!».
La primera frase de su partenaire, rebota en la madera del falso decorado simulando un
golpe que la arroja al suelo:
«¿Que
me calle? Todas sois iguales. ¡Unas putas!».
El limitado aforo, completo, contiene la
respiración.
Encarni traga saliva e
inicia el diálogo con la que es su réplica:
«Si me vuelves a tocar me voy para siempre».
Él le grita de
nuevo, salpicándole el alma con una desbocada ira:
«No te atreverás, si pones un pie en la
calle, te mato».
Él es un
perdedor, luce los harapos de la violencia y desde el centro de la escena, borracho,
la ve salir con su maleta. Iracundo la detiene mientras ella abre una puerta de
cartón y, una vez más, loco por la insumisión la fuerza hasta violarla sobre una
rancia alfombra. Encarni, humillada y malherida reacciona desde la inferioridad lanzando al aire golpes ciegos y desordenados que él sortea con acierto. Ella sabe,
por exigencias del guión, que esa rebelión física es su sentencia de muerte. Un
certero golpe de él, la lanza contra el taquillón de chapa que acaba con su
vida. Los
focos, en un lento travelling, se deslizan captando la pintura roja en el
rostro de Encarni, terminando en un desenfocado horizonte pintado sobre una tela.
El director, satisfecho con esa toma exclama:
«¡Corten! Vale. Hemos finalizado».
Encarni se
levanta y decide salir por esa puerta que nunca llegó a cruzar. Coge su maleta y dirigiéndose a la salida mete
la mano en el bolsillo del abrigo palpando el contorno de un pasaje de avión. Mira a ambos lados sin miedo.
Libre.
Solidaria.
Guerrera.
Ha elegido ser
ella misma. A partir de ahora las cosas van a cambiar y, con la cabeza alta,
hace «mutis por el foro».
Alfredo, es un tema este el que has tratado que me toca de lleno y que es necesario tratarlo,exponerlo, plasmarlo, relatarlo una y otra vez para que tod@s tomemos consciencia, para mover a la gente. Gracias por hacerlo. Me gustó mucho. Es breve (por respeto a las normas?) pero contundente. Con ritmo rápido y expedito, sin casi hablarnos de ese hogar, en cuatro cortísimas líneas nos das tod ala información para saber que le pasa a Encarni. Y luego la obra de teatro, la escena, ya nos cuenta más. Ficción y realidad se mezclan en tu relato hasta que la maleta nos devuelve al principio. Me gusta el símbolismo de ese objeto que has reservado para el final para sorprendernos.Bravo por esa maleta, esa sorpresa real y liberadora para Encarni. Te salió redondo. Un abrazo.
ResponderEliminarUn buén texto que combina la realidad oscura de muchos hogares con la ficción de un rodaje de película que escenificas perfectamente. Me ha gustado mucho y pienso qua a nuestra heroína, lncantaá. Besos para los dos.
ResponderEliminarCreo que lo he leído sin respirar. Casi me ahogo.
ResponderEliminarDuro, real y esperanzador... iniciar un nuevo camino es besar la oportunidad de una vida mejor con la punta de los dedos.
ResponderEliminarUn beso!!
Puff!Me he quedado sin habla, tu escrito es de valientes para valientes, trepidante y desgarrador lo mejor de todo es que Encarni por fin hace mutis por el foro. Buenisimo, besos.
ResponderEliminarTremendo relato que espero no tenga nada que ver con la realidad de tu amiga invisible...No conozco a Encarni personalmente pero sí creo que le pegan los atributos que le has puesto. A veces una persona necesita un detonante para hacer algo, en este caso ha sido una escena de teatro lo que le ha hecho ver a Encarni que la obra de teatro y su propia vida son la misma cosa...nunca es tarde.
ResponderEliminarUn beso
Escalofríos me has provocado. Rotundo relato.
ResponderEliminarUn beso.
Un relato intenso, que mezcla muy bien la realidad con la ficción, tanto que no sé sabe a ciencia cierta cuando es una cosa o la otra.
ResponderEliminarSeguro que le encantará a su protagonista.
Un abrazo
De pie, hasta que la aplasten los aplausos. Voy a respirar hondo a ver si soy capaz de leerlo otra vez.
ResponderEliminarUn abrazo
ficción mezclada magistralmente con realidad.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu relato.
¡Hola! Qué intenso relato, muy bien contado. Me gusta como juegas con la realidad y la ficción, con una inspuirándose de la otra. Precioso.
ResponderEliminar¡Un abrazo!
Ufff, Akfredo has sabido retratar una de mis facetas que es la lucha contra el maltrato hacia la mujeres, tal vez por eso me llaman feminista. Si bien es verdad que a mi afortunadamente no me ha ocurrido, sí es cierto que le ha ocurrido a personas que conozco, que ese final que pones en tu relato, debería ser el final de muchas mujeres, huir, salir del precipicio en el que están metidas. Soy muy sensible a este tipo de violencia, a todo tipo de violencia, el que ocurre en la infancia y los que ocurren en el ámbito de una relación. Y es verdad que me revelo, siempre lo he hecho. Por eso tu relato, describe un ambiente casi irreal como si fuera una película, porque las mujeres que sufren este tipo de violencia viven una película de terror, son protagonistas en primera persona, y el guión parece que lo escribe otra persona. En todos estos aspectos creo que has dado en el clavo. Me ha gustado mucho ser el 'personaje' de tu historia, porque en las historias escritas, somos eso, personajes. Y has sabido plasmar mi lucha, porque lo intento. Muchas gracias Alfredo. Besos.
ResponderEliminarMe toca comentar después de la protagonista del relato y eso en parte ayuda y en otra complica. Seguro que nuestra amiga, de ser actriz, habría interpretado ese papel en alguna película reivindicativa.
ResponderEliminarPor otra parte me ha encantado la perspectiva desde la que has contado el relato, con esa doble realidad paralela, que en la ficción acaba mal y en la vida acaba bien.
Abrazos.