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Este jueves, relato. ¡SORPRESA!

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La noticia, la dieron en el telediario de la noche. L a Iglesia se resentía a través de grietas como esta, que dejaban al descubierto sus disfrazadas miserias. Sor Angélica de la Dulce Pasión, madre superiora de la Orden de las Marianas del Octavo Día, había sido acusada de prevaricación y malversación de fondos. En un primer registro judicial, la documentación encontrada era comprometida y reveladora de la cada vez menos supuesta corrupción, perpetrada por la dirección de la citada congregación mariana. Subvenciones desviadas, gastos extraordinarios en partidas sin justificar y un cuantioso movimiento de caja B, hacían pensar que las finanzas, de las que la Priora era responsable, habían sobrepasado los límites legalmente permitidos. El caos y los rumores alimentaban los mentideros socio-religiosos. En pocas horas el escándalo, confirmado, le explotaría en pleno hábito. Era fácil imaginar el titular, con el que abrirían mañana los diarios nacionales: "SOR

Amaneceres.

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Amanecí hace una eternidad. Amanecí contigo, de tu mano, de tu alma. Amanecí el día que supe lo mucho que se podía querer, lo mucho que tú me quieres y lo mucho que te quiero yo. Amanecí el día que encontré la adolescencia perdida, la locura temida, el vértigo deseado y la rebeldía estimulante. Amanecí cuando el tiempo se detuvo, y extrañamente nunca más anocheció.  

Este jueves, Relato. El apego a un objeto.

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"El apego a un objeto... o dos" Los muy adultos, tenemos la memoria larga y la imaginación más larga todavía. Las “batallitas” tienen colores, misterio, magia, crean expectativas y se perpetúan en el tiempo, incluso algunas de ellas, llegan a parecer de verdad. Aquella tarde en Benicasim, (Castellón) me preparaba para un acto de relativa solemnidad, tanta como la que implicaba que te premiaran los amigos, vecinos y familiares... o sea, muy poca. Pero eso, sí, con mucho protagonismo, pues había hecho pleno en casi todas las competiciones deportivas. Las mesas de la cena en la que se entregaban los trofeos a los ganadores de las diferentes competiciones de las Fiestas, brillaban relucientes reflejando las luces de las farolas de la inmensa pinada. Jardín que por una noche se iba a convertir en el Cenador de una Comunidad engalanada, que por un momento cambiaba los   bañadores por tejanos y las chanclas por zapatillas. ¿Qué que tiene que ver todo esto