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Este jueves, relato. "Queridas palabras"

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Diseño: Veleidad peligrosa, generalmente gratuita, para disfrutar o padecer, depende... Autor: Te di los días, tú los echaste a perder Mujer: Algunas son caras, la mayoría no tienen precio. Genial: Trasgresor, desconocido, escaso, raro... yo por ejemplo. Azul: Lo es el Danubio, especialmente la mañana del 1 de Enero. Inspiración: Picasso la tenía, otros la buscamos y no la encontramos. Juventud: Aprender, equivocarse, alborotar, dudar, sentir, descubrir, ignorar. Soñar: La que le faltaba a Juventud. Divagues: Sucedió una noche de verano, era la más guapa de la fiesta, joven, rica... Caramelo: Tú. Miles de palabras más en las rotativas de Lois & Clark  

Este jueves, relato. "¿Intolerable?"

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-Eres intolerable... ¡Me voy! Nunca había dicho adiós, nunca había dicho no. Es el momento de decidir, no quiero repensar nada antes de la despedida. Sólo quiero sacudirme para siempre los chirridos de tu compañía. Mis lágrimas, ahora oscuras, se acabarán con este tango y si vienen más, éstas serán recibidas como un Arco Iris después de descampar. Me voy en silencio, sin grandes, ni retóricas frases... con lo puesto y un pañuelo del tamaño de un suspiro. Flotaré en la huida, sin miedo, con sobriedad. Que no confundan mi marcha con una irreverente inconsciencia, ni con una retirada vergonzosa. Crecerá mi sonrisa en la distancia y alimentaré mis sinrazones, que son para mí razones más que suficientes. Y si crees que no te olvidaré estás muy equivocado, pues hoy... es mañana. Adiós sufrido Blog, te di mi alma, ahora te quito la tuya, y la que te di. Monstruo pretencioso, insurrecto y egoísta. No me devorarás mientras pueda evitarlo. -Eres intolerable... ¡Hasta n

París, en la distancia.

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Un París, que en esta ocasión, sólo lo es en la distancia. El cielo gris, cubierto de nubes anónimas sobre una panorámica con imágenes familiares. Las torres a lo lejos, como pinchos vueltos hacia el cielo, ausentes y mudos. El Sagrado Corazón, grandioso incluso a muchos días vista. Los museos, escondidos escondiendo sus obras de arte y las calles y avenidas, cercanamente lejos, con los escaparates blindados de luz borrosa. Y sus gentes... no veía a ninguna gente, al menos ninguna que quisiera ver con detenimiento, con curiosidad, con el olor cómplice de los desconocidos, que se cruzan un segundo en su vida, en una ciudad que no es la suya. Kilómetros y kilómetros de circunvalación y el peso ingrávido, entre pecho y espalda me privaba de la perspectiva que otras veces dibujó alegrías e ilusiones. Captó sabores e idealizó ese permanente techo gris perla, con un hueco por el que siempre se cuela el Sol. El Sena, en tramos sin identidad. Aguas industriales, que podrían pa