Alejandro y Yo.
"Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro. Lo dejo suelto y se va al prado y acaricia tibiamente, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas. Lo llamo dulcemente: ¿Platero?, y viene a mí con un trotecillo alegre, que parece que se ríe en no sé qué cascabeleo ideal." (Juan Ramón Jiménez) Alejandro ya es mayor, por eso aporrea la batería en un "in crescendo" ruidoso hasta lo inaguantable. A continuación, se levanta, cruza en el aire las baquetas y con unas ligeras afirmaciones de cabeza, complacido y serio, saluda al personal. Alejandro ya es mayor, por eso necesita un gran espacio para jugar al tenis. El Salón de casa se convierte en una cancha sin líneas, todo vale. Bota repetidamente la pelota, golpea con el arco de la raqueta la base de las zapatillas, se ajusta la