Catatonia robótica


«Tranquilo, tengo en mis manos tus sueños de esta noche y te aseguro que son inspiradores y reconfortantes. ¡Por fin algo me distancia de la muerte! Te cuento...»

Había nacido para no ser nadie ni nada. Las diferentes etiquetas con las que el tiempo iba a ilustrar mi cuerpo dejaban bien clara mi identidad: Androide, robot, asesino, autómata, muñeco, extraterrestre, cósmico, ángel, demonio... Todas ellas se superponían unas a otras como las capas de una cebolla, y todas, y cada una, me mentían como imágenes deformadas en un espejo convexo —o cóncavo que, para los efectos, es lo mismo—. Con el tiempo —tiempo, que no medía ni sentía— y, como proyecto 4.0 por rastrojo, fui portador de los más variados menesteres. Olía a aceite, a circuito, a memoria, a quemado, a ausencia, a oscuro, olía a rancio el día que, sin saber lo que era, perdí la fe, también la esperanza. Compartí anaquel con otros de igual ruido, color, tamaño y abandono. En horizontal, descansando sobre la mesa de acero inoxidable, esperaba que la mano experta del ciber-mecánico Andrew llenase mi cabeza de órdenes. Mi vientre, de mercurio o arena, lo mismo daba —solo era para equilibrar peso y altura—. Pero ayer, ayer fue diferente. Vi a Andrew colgado de una soga que pendía del techo  llenando mi cara de gotas de cera roja. Esa cera me puso en marcha y el botón Off parpadeó hasta quedarse permanentemente iluminado: Rojo. Los sueños de Andrew resbalaron por mí cuerpo cromado hasta ocupar el de él. Sueños brillantes y lúcidos y reparadores y trascendentes y compatibles. Sueños que, por más vitales y cumplidos, le llevaron a desaparecer. Por primera vez desde mi alumbramiento me sentí vivo. La catatonia fue del donante. La reparación mía.


Foto: Alex Knight


 

Comentarios

  1. Inquietante texto, y tal vez más real de lo que parece. Me alegro de volver abierta esta Plaza del Diamante. Saludos y feliz verano.

    ResponderEliminar
  2. Recuerdo haberte lo leído y haberme emocionado aquella vez igual que ahora. El valor que los sueños le otorgan a la vida -sea ya vida humana como la de androide o robot- llega a ser tan importante que enciende la propia alma dándole sentido a todo. Siempre es oportuno recordarlo. Me alegra que decidieras reeditarlo y sería bueno continuar "viéndote" por aquí. Te mando un abrazo y espero estés disfrutando tu verano. P.d: a paso lento, pero voy leyendo Peinando el Viento 😃

    ResponderEliminar

Publicar un comentario