Este jueves, relato: Mudanzas
Primero fue la mudanza.
Que si esto no porque esta viejo
y esto tampoco porque es de tu madre y esto menos todavía porque está pasado de
moda y aquello ni se te ocurra porque a saber cómo ha llegado hasta aquí y esto
otro ni pensarlo porque… ¡La mudanza! ¿Qué mudanza?, si la mitad de mis cosas
se quedaban perdidas, olvidadas, dilapidadas e irrecuperables para siempre.
De esa mudanza o lo que es lo
mismo: alevoso atentado o irrespetuoso abuso o irreverente expolio solo quedó
el derecho al pataleo más infantil e indefenso que os podáis imaginar. Todo lo
suyo cupo, ordenado, en el espacioso contenedor del inmenso camión y lo mío,
desordenado, en el irregular y minúsculo capó del coche.
Segundo fueron las obras en la
nueva casa. Había costado poco y pensamos que, con algo más de inversión,
nosotros mismos podríamos restaurarla. Sólo había que sanear algunos tabiques,
actualizar la fontanería, barnizar las puertas y ventanas, y que con una mano
de pintura, quedaría como nueva —o casi—.
Me gustaría decir que todo salió bien,
pero lo cierto es que esa disfrazada sencilla reforma se convirtió en la más
terrible de nuestras pesadillas. Según lo acordado, solo «un lavado de cara»
sería suficiente: Un poco de maquillaje y sus arrugas desaparecen para siempre;
un poco de vida y su descalcificado esqueleto brillaría como el más luminoso de
los neones.
Todavía me pregunto qué salió
mal.
Solamente teníamos que elegir
entre el blanco crudo y el blanco nieve para las paredes, el nogal o el roble
para las puertas, el aluminio natural o el lacado crema para los ventanales, el
parquet pegado o flotante para el suelo, el algodón o el tergal para las
cortinas, la lámpara de araña o los focos empotrados para el comedor, el mármol
o el gres para la cocina, las puertas correderas o practicables para los
armarios y que estos fueran empotrados o no...
Me gustaría decir que todo salió bien,
pero lo cierto es que hoy a las 12’00h. firmamos nuestro divorcio.
Esa mudanza les quedará en el recuerdo, y firmado. Pobre hombre, no le dejaron lugar alguno, es que a las mujeres nos acusan de tener muchísimas cosas, y siempre parece ser mas importante que ese lugarcito que se les deja para guardar solo lo imprescindible que usan ustedes.
ResponderEliminarEse divorcio me ha hecho reír, porque mas de uno alguna vez lo habrá pensado.
Un abrazo Alfredo.
Aunque parezca mentira es muy real, pero la mudanzas es una de las mucha causas de un divorcio.
ResponderEliminarPor algo dicen que son estresantes.
Un buen relato Alfredo.
Jajaja. Muy bueno y realista. Una mudanza implica estrės y como se revuelve todo ;-). Por otro lado, una remodelación en uns cas empieza siendo pequeña y termina siendo enorme.
ResponderEliminarUn abrazo
Muy bien contado y tal cual desembocó donde debía desembocar. Siento decirte que me he reído porque generalmente el hombre es posible que salga perjudicado a la hora de hacer una mudanza.Me gustó mucho por su realismo.
ResponderEliminarEl problema no es las mudanza, el problema es quien las hace y cómo las hace. mismamente, tú lo dices. Hasta que, al final, en el cajón del fondo queda todo, o lo poco que ya va quedando... hasta que uno de esos días, pensando que puede ser uno mismo, decide no subirse.
ResponderEliminarEs un tanto triste la sensación que transmites de "sentirse aparte", como un "algo".
Un beso.
Hostias...........pues me ha encantado ese final (suponiendo que no se base en tu realidad jeje)........
ResponderEliminarUn saludo
jaja mudanzas y cuarentenas, aptas para desnudar lo peor de nuestras miserias conyugales! jejeje muy buen relato, Alfredo. Un abrazo
ResponderEliminarPobre hombre...y es que una mudanza destapa el valor que tenemos del otro. Real como la vida misma, muchas gracias por sumarte. Besos.
ResponderEliminarUna mudanza que termina en divorcio ... vamos que en situaciones de decisión, los dispares salen a flote.
ResponderEliminarAbrazo
El conflicto está en las pequeñas cosas, no una mudanza gigantesca sino en el tergal de las cortinas o un tono más o menos vivo para las paredes...a veces en lo menos esperado acecha la amenaza de otra mudanza. Me ha encantado.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte y salud.
No te lo creerás, pero lo ´más estresante para una persona, tras un divorcio, es la mudanza. Explicas perfectamente por qué en ese tiempo, más si hay que hacer reformas en el nuevo lugar, es tan difícil mantener el matrimonio :-) Me ha encantado.
ResponderEliminarUn abrazo y por un finde estupendo, en una casa para ti solo. :-)
Esa mudanza, junto con reformas, potenció un conflicto ya existente.
ResponderEliminarSaludos.
Una mucdanza como muchas. un trabajo de negreros y dicusiones mas de las que seria menester. Realmente has pintado la reaidad de un cambio de demicilio exactamente como és. Saludos
ResponderEliminar