...La Miller que yo vi.
Tengo un amigo que tiene la costumbre de limosnear en cualquier caso y circunstancia a los músicos callejeros, él opina que “La Música hay que pagarla” estoy de acuerdo con él y ya me he acostumbrado a rascarme el bolsillo en busca de alguna monedita cuando el músico-mendigo de turno se acerca con su abollada y vieja caja de galletas para recoger las dádivas por su irrepetible versión del concierto de Aranjuez con el que nos acaba de castigar, digo esto por que la Música en cualquier formato es un regalo de Dios, no me imagino lo duro, que después de haberla conocido, sería vivir sin Ella.
Asistir a un concierto en directo es lo mas sublime que nuestro adulto corazón puede soportar y si en este caso se trata de una Opera, en el Palau, con un Maazel magnifico, una Orquesta disciplinada, joven y madura y un Coro entrañable, pues el acontecimiento se eleva al límite máximo de lo soñado.
En alguna ocasión he comentado que la Opera tiene una peculiaridad que difícilmente se produce en el Cine, en la Pintura, en la Literatura o incluso en otro tipo de Músicas, si es cierto que en todas estas manifestaciones artísticas y cuando se trata de auténticas Obras de Arte están permanentemente “vivas” y su multivisión te permite extraer lecturas diferentes, matices nuevos, descubrimientos y percepciones que están mas relacionadas con nuestra creciente madurez, el mejor conocimiento del medio o una explicación o aclaración en un momento determinado, de esta forma no es lo mismo ver el cine de Buñuel con el paso del tiempo, el Guernica después de la cuarta visita al Reina Sofía, la lectura de García Márquez por enésima vez o un concierto enlatado de los Crimson cuando ya crees que te los sabes de memoria.
Pero, ...¿que pasaría si fuese Coppola el que versioneara “Viridiana” o Barceló el que reinterpretase a “Picasso”, Pérez Reverte reescribiera “Cien años de soledad” o U2 lo intentase con “In the Court of the Crimson King”?
Situaciones que sin embargo son habituales en las representaciones de la Opera, o ¿..es acaso esta Luisa Miller la misma que la de su estreno en el napolitano San Carlo en Diciembre del 49?, claro que siendo rigurosos esto vale para todas las óperas existentes.
La Luisa Miller que vi por primera vez el pasado 13 en el Palau distó algo de la me imaginé después del acelerado cursillo por fascículos (robados al blog de Maac) que me descubrieron tímidamente detalles
de este melodrama con luchas, intrigas y traiciones por el poder y por el Amor a los que ya nos tienen acostumbrados los libretos operísticos.
Opera de música amable, distendida y serena con pocos recitativos, por lo tanto mas continuada, la quinceava en el orden compositivo de Verdi y al parecer caldo de cultivo de lo que podrían ser a partir de ese momento otras óperas del maestro parmesano, en el segundo acto se apuntan repetidas las primeras notas del que mas adelante sería uno de los mas bellos y estremecedores arias de “La Traviata”
Un tercer acto brillante en el que tanto Álvarez como Voulgaridou levantaron un listón que hasta ese momento sólo me pareció correcto, no pude evitar echar de menos al otro Álvarez.
Sin obviar que es una producción del teatro Massimo de Palermo que cuenta con fondo de escenario que es una caja de cerillas comparado con el Palau entendemos que la puesta en escena sea tan limitada y precaria, ingeniosa con buenas vibraciones cuando se levanta el telón, pero decepcionante cuando empieza a desnudarse y se parece mas una corrala propia de las tópicas zarzuelas madrileñas que el resultado de un concienzudo estudio de escenificación, amén que cada uno de los habitáculos en los que se desarrollaba parte de la acción quedaban pequeños y con una ornamentación impropia tanto de las dependencias de Miller como de los salones del castillo del Conde, por primera vez he echado de menos a Zeffirelli.
Una vez mas la precipitación en el merecido aplauso de la mayoría de los asistentes me ha dejado sin el completo disfrute de los soberbios últimos treinta segundos del final de la ópera, pero a pesar de todo he salido contento, satisfecho y orgulloso por haber presenciado de nuevo un acontecimiento musical de esta tesitura en nuestra ciudad.
Asistir a un concierto en directo es lo mas sublime que nuestro adulto corazón puede soportar y si en este caso se trata de una Opera, en el Palau, con un Maazel magnifico, una Orquesta disciplinada, joven y madura y un Coro entrañable, pues el acontecimiento se eleva al límite máximo de lo soñado.
En alguna ocasión he comentado que la Opera tiene una peculiaridad que difícilmente se produce en el Cine, en la Pintura, en la Literatura o incluso en otro tipo de Músicas, si es cierto que en todas estas manifestaciones artísticas y cuando se trata de auténticas Obras de Arte están permanentemente “vivas” y su multivisión te permite extraer lecturas diferentes, matices nuevos, descubrimientos y percepciones que están mas relacionadas con nuestra creciente madurez, el mejor conocimiento del medio o una explicación o aclaración en un momento determinado, de esta forma no es lo mismo ver el cine de Buñuel con el paso del tiempo, el Guernica después de la cuarta visita al Reina Sofía, la lectura de García Márquez por enésima vez o un concierto enlatado de los Crimson cuando ya crees que te los sabes de memoria.
Pero, ...¿que pasaría si fuese Coppola el que versioneara “Viridiana” o Barceló el que reinterpretase a “Picasso”, Pérez Reverte reescribiera “Cien años de soledad” o U2 lo intentase con “In the Court of the Crimson King”?
Situaciones que sin embargo son habituales en las representaciones de la Opera, o ¿..es acaso esta Luisa Miller la misma que la de su estreno en el napolitano San Carlo en Diciembre del 49?, claro que siendo rigurosos esto vale para todas las óperas existentes.
La Luisa Miller que vi por primera vez el pasado 13 en el Palau distó algo de la me imaginé después del acelerado cursillo por fascículos (robados al blog de Maac) que me descubrieron tímidamente detalles
de este melodrama con luchas, intrigas y traiciones por el poder y por el Amor a los que ya nos tienen acostumbrados los libretos operísticos.
Opera de música amable, distendida y serena con pocos recitativos, por lo tanto mas continuada, la quinceava en el orden compositivo de Verdi y al parecer caldo de cultivo de lo que podrían ser a partir de ese momento otras óperas del maestro parmesano, en el segundo acto se apuntan repetidas las primeras notas del que mas adelante sería uno de los mas bellos y estremecedores arias de “La Traviata”
Un tercer acto brillante en el que tanto Álvarez como Voulgaridou levantaron un listón que hasta ese momento sólo me pareció correcto, no pude evitar echar de menos al otro Álvarez.
Sin obviar que es una producción del teatro Massimo de Palermo que cuenta con fondo de escenario que es una caja de cerillas comparado con el Palau entendemos que la puesta en escena sea tan limitada y precaria, ingeniosa con buenas vibraciones cuando se levanta el telón, pero decepcionante cuando empieza a desnudarse y se parece mas una corrala propia de las tópicas zarzuelas madrileñas que el resultado de un concienzudo estudio de escenificación, amén que cada uno de los habitáculos en los que se desarrollaba parte de la acción quedaban pequeños y con una ornamentación impropia tanto de las dependencias de Miller como de los salones del castillo del Conde, por primera vez he echado de menos a Zeffirelli.
Una vez mas la precipitación en el merecido aplauso de la mayoría de los asistentes me ha dejado sin el completo disfrute de los soberbios últimos treinta segundos del final de la ópera, pero a pesar de todo he salido contento, satisfecho y orgulloso por haber presenciado de nuevo un acontecimiento musical de esta tesitura en nuestra ciudad.
Me alegro que disfrutaras. Respecto a la escena, a priori y por lo que dices, pues áun no la he visto, me ha decepcionado un poco. En lo vocal me parece que todo se ha desarrollado dentro de lo previsto, de Dobber todo el mundo habla fatal.
ResponderEliminarPor suerte los que tenemos la entrada para las últimas funciones no tenemos a Dobber. Por desgracia, tampoco tenemos a Maazel, pero supongo que la orquesta ya habrá memorizado su dirección, o sea que no es una pérdida tan grande. Lo que no me esperaba es lo la escena, en fotos parecía tan bonita...
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