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Este jueves, relato: Mi palabra favorita.

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Mi palabra favorita no es una, porque una no es suficiente para expresar lo que siento, para llamar a quien amo, para compartir un secreto. Hay palabras que divergen «vete», y otras que convergen «ven». Las hay que chocan «plaf» y otras que acarician «cariño», las que unen «amistad» o separan «egoismo». Las hay de cosas, muchas, casi todas, y también de nombres, menos, pero a veces más usadas y queridas. Las de los nombres «Alfredo, Alfonso, Alberto» se parecen hasta el punto de que a veces no te vuelves cuando te llaman o al contrario. Palabras favoritas que fueron dobles «fin de semana», «por favor» y hoy, como si vinieran de una guerra aparecen mutiladas «porfi», «finde». No obstante, como supongo que debo mojarme, hay va la mía Mi palabra favorita de este mes es mi nieto que cumple ocho años: ¡Alejandro! Más palabras en el diccionario de Dorotea

Este jueves, relato: El Chocolate... ¿Justiciero?

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Soy como un mar sin color de mar. En mi centro, ella, aleteaba desesperada. Perdida. Borracha de dulce. Desorientada sobrevivía a duras penas. Las orillas, perdidas en horizontes verticales, parecían inalcanzables. La fuerza disminuía mientras daba vueltas sobre sí misma. Su voluntad chapoteaba en busca de un milagro que se demoraba. —¡Injusto final! —grit ó. Lo intentó una vez más pero la gravedad le era adversa. Qué trágico. Qué grotesco. Qué ridículo. Sólo unos segundos y ella, la mosca más «cojonera» de todas, sucumbiría ante mí, en este inmenso tazón de chocolate. Más sobre chocolates en el blog de Maribel

Los jueves, relato: "Bendita Primavera"

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Mi primavera suena a obertura trompetera. Da lo mismo quién esté detrás de esas notas propias de la más exquisita fanfarria: Verdi o Wagner, Mozart o Tchaikovski. Da lo mismo, trompetas que tambores, la primavera siempre se hace notar. Cambia el color, el olor, la temperatura, la hora, hasta el ánimo, el nuestro, el de los animales y el de las cosas. «Señoras y señores, con todos ustedes… tachinnn, tachinnn, tachinnn: ¡LA PRIMAVERA!». Y es entonces cuando ella, vestida con tules vaporosos y desmedidas lazadas al viento, aparece entre una ligera lluvia de confetis y serpentinas que le hacen un pasillo multicolor. Una vez superada la excitante y aparatosa euforia de la bienvenida, la primavera, nos abraza con un solo de violonchelo, grave, alargando notas hasta suspenderlas en el tiempo, de tonos violetas como la Semana Santa. Entran en escena el resto de la orquesta que, con colorido renovado, prorrogan las partituras, dibujando en el cielo una bandada de preludios e intermez