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Este jueves, relato: Sírvase usted mismo.

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      "La verborrágica incontinencia de los necios".      Soy un necio. ¡Sí, un necio! Uno de esos que aparentan, retóricos y trascendentes, que su verborrea sienta cátedra. Que presumen sacando pecho, que no cabeza, al tiempo que esconden la barriga para ocultar esos tres kilos (en realidad son seis), que tanto le avergüenzan. Ese que se peina volcando su insuficiente melena hacia un lado para vestir una irremediable y fatal calvicie, sin asumir que es la que hay y no hay otra.      Sí, soy un necio. Lo digo yo, que me conozco como nadie. Soy un dibujo a lápiz que corrijo sobre la marcha, con más voluntad que solvencia. Que cuando vienen mal dadas y depende sólo de mí, me abandono en la más absoluta soledad llorando a moco tendido. Que empiezo el periódico por el final, leyendo sólo los grandes titulares, presumiendo de haberlo leído en su totalidad.      Sí, soy el necio que para escribir un relato, a falta de conocimientos e imaginación, pone la mesa patas pa

Este jueves, relato. Cartas a...

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           Sabes abuelo, algún día te podré escribir una carta, esa que ahora garabateo porque soy un niño. Una carta de verdad, en papel, como las de tu época. Con letras cursivas, puntos, comas y todo eso que, no siendo lo más importante te dará una idea de lo que he aprendido. Una carta con su día, mes... y año, por si se extravía y te llega a destiempo. Una carta sin firmar porque tú sabrás de quién es. Una carta en la que, tarde, te dé las gracias por todo y te cuente que ya soy mayor, como tú y que siento la emoción de los primeros y extraordinarios descubrimientos, esos de los que tú ya me hablabas y yo, sólo oía sin entender.   Una carta corta y torpe porque no tendré práctica y mi mano se mostrará titubeante; ya sabes que ser joven no es ninguna ganga, pero tiene sus ventajas... Qué te voy a contar a ti que gozaste del privilegio del descaro, la osadía, la curiosidad y la seducción hasta que esa terrible enfermedad te borró la vida de un plumazo.      Sabes abuelo, al

Este jueves, relato: Detrás del Arco Iris.

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Y detrás del Arco Iris, se hizo el silencio... ...A todas las víctimas de la sinrazón, del poder mal entendido, de la fuerza desequilibrada, de la ceguera del alma, de las diferencias no asumidas, de la naturaleza prostituida, de la inocencia desarmada, del color, sea cual sea. Solo nos queda, una vez muertos, buscar la belleza del Arco Iris. Más en el balcón de Casss