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Este jueves, relato: La ventana de la vida.

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A las 6 de la mañana, cada día, el campo abre sus puertas y los hombres y mujeres de la casa , fieles a sus tareas de temporada reparten los quehaceres al abrigo del amanecer.  La demanda del valle es amplia y también su oferta. Adela es la primera en levantarse. Es la capitana de un ejército ovino, rebaño taciturno y disciplinado como pocos. Pasa revista desde la ventana que da al prado. Las ovejas y carneros en numero de 110 en total, son el futuro de la familia; su piel, lana, carne y leche pagarán los estudios de los pequeños y la tranquilidad de los mayores. Desayuna sola. Mira de nuevo a través de esa pantalla multicolor llena de animalitos de dibujos animados. Prepara la leña y calienta los fogones. El aceite de la sartén chisporrotea al tiempo que distribuye en el banco los enseres del desayuno, los huevos, el pan tostado, la mermelada y la leche fresca de hace unos minutos. Abre la puerta de la cocina que da al valle y en silencio, consigue movilizar 110 soldad

Este jueves, relato: Miradas

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Mi mirada se fija en el cristal y su imagen se dibuja frente a mis ojos. Es nítido su contorno, y su inexistente volumen acentúa un falso gesto en dos dimensiones. Pura fachada. Un mar de dudas. Un valle de desconciertos. Es la misma de siempre. Pero... ¿Qué sé de él? Siempre me confunde, me seduce con sus frescas facciones oliendo a temprana ducha de agua fría. Quiero acercarme a él, y él se deja lo que se deja, todo y nada. Quiero conocerle mejor, y él me enseña solo mi cara, lo demás no existe. Imploro, ruego, demando, suplico y mi seriedad se ve amenazada por una cruel e irónica risotada y, a continuación... me da la espalda. Mañana de nuevo, frente al espejo, me pediré  explicaciones, una vez más mientras esté delante: -Por favor desnuda tu alma ¡Quiero conocerte! Más miradas con matices diferentes en su Blog  

Palabra 11 de 53: Mujer

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Cristo hizo la Última Cena para trece hombres. Lo que la historia sagrada no cuenta es: cómo se llamaban las mujeres que se quedaron a recoger y fregar. Mucho ha llovido desde entonces y me temo que ni en la sagrada, ni en la atea las cosas han cambiado demasiado.               Siguiendo una idea de Sindel