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¿Y Gustavo?

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La Princesa está triste... ¿Qué tiene la Princesa? Este duro leñador, que hace un poético fuego con los troncos que pedal a pedal va dejando en el camino. Que irreverente nos gana el voto de una presidencia virtual. Que queriendo, (por que es muy listo) nos emplaza, provoca, estimula, semana tras semana en el noble empeño de dejar algo de nosotros en un papel de plasma. A veces, a este duro leñador, le pesa el hacha, le confunde el bosque y los periquitos le vuelven loco. (por eso yo, no tengo periquitos) A veces, a este duro leñador, le entran ganas de ponerse el mono de faena y subirse a los tejados y esconderse en la noche de los cementos y en la lluvia de las varillas de encofrar; por que dice que desde ahí arriba se ven mejor las estrellas y aunque empapado de melancolía y tristeza, el cielo de Vezdemarbán es el más claro y limpio para esos menesteres. A veces, este duro leñador, le falta el aire. Ese que sobra en sus campos y que frío le rebana las orejas.

Este jueves, relato. En la quietud de la noche

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En la quietud de la noche, deambulo por la Gran Avenida. Es casi madrugada, y los escaparates de las tiendas permanecen oscuros. No se distingue su contenido. De lo que se trate, se confunde con la oscuridad. Los codiciados objetos de deseo y la noche son la misma cosa. Mejor aún, la noche se sabe lo que es, como huele, lo que mide, que música tiene y si llora o no, los objetos en cambio permanecen sin identificar, incoloros, mudos e inertes, sin corazón. En este inmenso establecimiento, se suponen miles de excusas, cientos de motivos que, de día deslumbran y acaloran. Decenas de peligros para nuestra irresponsable vanidad. Artilugios de autor de tiempos contados, tal vez oropeles exclusivos de estridentes formas, o criados de última generación incapaces de sonrojarse. Es la Modernidad, la Civilización. El “no va más” de nada. A oscuras intento adivinar el color de centenares de artículos expuestos y, todos son negros, el calor frío de unas imaginadas prenda

A fuego lento. Ristorante Puccini. Lucca

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Conocer la historia de uno de tus compositores preferidos es enriquecedor a pesar de que se trate de un personaje tan controvertido como el maestro de Lucca. Pero comer delante de la puerta de su casa, por la que salió y entró de niño miles de veces a patear un balón de tripas cosidas a mano, o más tarde con alguna de sus primeras partituras bajo el brazo, resulta de lo más emocionante. La imaginación se hace pájaro, y todo adquiere de pronto el sabor y el color de su Butterfly, o su Boheme, que dicho sea de paso no dejan de sonar por cualquier rincón de la ciudad toscana. En mercado:  Farro. 200 gr. - 4 personas (cebada a medio moler, después de remojada y quitada la cascarilla) 1 zanahoria,  1 cebolla,  4 tomates,  bacón o panceta 50 gramos,  un apio,  caldo 1/2 litro,  queso pecorino,  pan tostado y aceite de oliva virgen extra En Cocina: Remojar el farro al menos durante seis horas en abundante agua fría. Preparar un sofrito con la verdura, cortada muy