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Este jueves, relato. Desnudar el Corazón, en pretérito perfecto simple.

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Divague. Nuestros estados de ánimo no siempre son coincidentes, y es posible, que cuando a unos se nos afloja el lagrimal, a otros les pueda el caos de una confusa identidad personal. Con lo cual, la necesaria conexión emocional, inexplicablemente se repele como polos del mismo signo. Por eso, es difícil desnudar nuestro corazón hasta tal punto, podría ser incluso, irrelevante o contraproducente. Relato. Me emociona pensar que he servido para algo y que he servido a alguien. Hoy, con 64 excusas para justificar mi paso por esta senda de elefantes, miro hacia atrás y busco entre imágenes en sepia un momento sublime, tan especial y tan mío, que sólo yo sea conocedor de su existencia y me atreva a vomitarlo. Pero los recuerdos, (incluso los del futuro) se amontonan. Se solapan edades, personas, lugares y circunstancias, como los naipes de una baraja ordenando un Solitario... Y tengo que jugar, aunque sea conmigo mismo. Los vuelvo sobre el tapete, que huele a vida vivid

Este jueves, relato. "Profecías del fin del Mundo"

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     No sabía qué clase de canalla era, supongo que lo había ocultado en mis primeros meses de relación, esos en los que ella me lo ponía fácil. A mí se me hacía la boca agua pensar en mi nueva y probablemente definitiva adquisición. O no es eso, lo que uno obtiene con una mujer, especialmente cuando deja de ser “una” para convertirse en “mi”.  Era demasiado bonita e inteligente para compartirla, e inconsciente, empecé a rellenar sus vacios con sospechas que exigían un control más determinante: Ubicar y acaparar sus veinticuatro horas del día. Sus primeras respuestas, tímidas y sutiles, eran reivindicaciones de pequeñas parcelas de libertad que empecé a verlas como una amenaza inaceptable.       La olía, la registraba, la espiaba, la seguía. No soportaba la más mínima laguna que no tuviera mi consentimiento o una clara explicación; aún así, la sombra de la mentira erosionaba mi mente. Desconfiado, la esperaba a su llegada del trabajo maltratándola con impertinentes reproche

Los domingos no son...

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Los domingos no son jueves, ni martes, ni lunes... Son domingos, con toda la carga de melancolía que te atrapa al finalizar el día, con sus agotados segundos de felicidad o hastío. Los domingos son esos días que al despertar, prometen entre sábanas de sábado, continuar con los abrazos y los te quieros aún por consumir. Los domingos no son lunes, con su rutinario trabajo. A medio gas desde que te levantas hasta promediar la tarde, de enfadarse con el mundo porque no tuvimos el mejor y el más deseado de los trabajos. Los domingos no son martes. De almuerzo con la abuela, de los buñuelos caseros de acelgas y milanesas de primera, en el bar de la esquina: “marchando cinco con fritas" Los domingos nos son miércoles. Para ver al Dr. House y una vez más engancharte con sus ironías, aprendiendo como herir con la palabra al cándido de turno, ejercitando una verborrea salvaje que no deje demasiada huella. Los domingos no son jueves. Es que ya lo sabemos, la letra, c