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Este jueves, relato. "Sacrificio"

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-¡La madre que te parió! -¿Pues, no te has tirado al tren? -Es inaudito, incomprensible, ¿que razones tan poderosas e insalvables tenías para suicidarte? -A ver, mírame a los ojos y cuéntame, si es que hay algo que contar... -Si, ya se que no puedes, que estás muerto. -Dame una señal, algo que explique lo inexplicable. -No me dirás que ha sido por causa de la crisis... los bancos... tu mujer... el trabajo... o tal vez alguna terrible enfermedad a la que no te has querido enfrentar. -¿Qué dices?... Habla más claro. -Si, ya sé, no me lo repitas que me dan escalofríos, arrimaré mi oído a tu boca... -¿Sacrificio? ¡Joder, no me vengas con esas! -¿Sacrificio dices? ¿Tu crees que ese seguro de vida devolverá la alegría a los tuyos? -A ver, mírame a los ojos y escúchame, si es que puedes escuchar: Has dejado lo peor y te has ido sin lo mejor. Que pena esa hija que no verás casar. Ese nieto con el que nunca jugarás. Ese trabajo que estaba por llegar y que era inv

Lennon... los dibujos secretos de un quinceañero.

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John actuaba esa noche y vio en el jersey amarillo de su compañera de clase de Arte Helen Anderson, la prenda perfecta para salir al escenario.  Le pidió el jersey amarillo brillante, tejido con cordoncillo y ella le propuso cambiarlo por algunos de sus dibujos. John entonces tenía 15 años y estudiaba en la Quarry Bank High School en Liverpool. Estos son algunos de los dibujos que consiguió Helen.                                                                          

Este jueves, relato. "Un lugar en el mundo"

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El lugar que me ha elegido, es un pueblecito de La Mancha. Dos pequeños núcleos de población enlazados por una larga calle que distancia lo suficiente como para que cada uno de ellos crezca con personalidad e iglesia propia. Las Casas de Arriba y las Casas de Abajo, están separadas, (o unidas, según se mire) por la calle Mayor, con una sola línea de casas a ambos lados, que terminó por llamarse las Casillas. Pero todo el pueblo huele igual, sus gentes hablan y visten igual, incluso la mayoría piensa igual. Por sus calles, especialmente las de Casas de Abajo, he pasado meses de verano, perdiéndome casi desnudo entre eras para trillar el trigo y balsas de regadío para refrescar mi desnudez. Es un pueblo de mulas y moscas, las mulas tienen nombre, las moscas no, al menos que yo sepa. He tocado, primero con miedo, luego con fruición el lomo de la roja “Colorada” el morro de la negra “Mora” o las patas de la parda “Lucera” En sus plazas, al anochecer corrí por primera