Este jueves, Relato. Cambio de senda.
Debió ser culpa del gélido Invierno, con sus cortos días, tristes y perezosos que nos obligan a recogernos en sus noches eternas. Tiempo de adversidades, tiempo que se consumía inexorablemente bajo la displicente derrota; pues de una derrota vital se trataba, aceptar sin más rebeldía convivir con esos tumores agresivos que a Alberto le ganaban la batalla . A Violeta, el invierno le gustaba. Los días cortos le hacían regresar pronto a su casa, cerca de la estufa, con un café caliente y la novela de la noche, encontraba refugio de un día como tantos, sin expectativas ni sueños. La noche resultaba un refugio, donde el sueño no tenía ni nombres ni colores. Desde que comenzó la batalla contra el cáncer, supo que el tiempo tenía otra medida. La batalla le pertenecía al médico. Ella, no luchaba, había encontrado la exacta medida de la vida: el hoy. Por fin, la apuesta era al presente. De su rostro desaparecieron señas de identidad que le acompañaban siempre, gestos espont