Cuentos de andar por casa: Moisés



Moisés

Imaginar, moldear y acariciar al tiempo que se crea lo desconocido. 
Sentir que las manos húmedas toman el barro y perfilan el volumen del deseo. 
Modelar sin pausa, extasiado, en un caos de conexión emocional con el elemento natural y lanzar las manos a la aventura de la creación. Los dedos calibran el fondo y se hunden en la superficie inmediata; o hábiles, repican cincelando pliegues, arrugas y arterias, que vivas se adueñan del espacio y del tiempo.
Las manos no destruyen, sólo transforman.
Indistintamente de la magnitud de la obra y una vez terminada, el artista, convulso, enloquecido por tanta belleza y desatando una cólera contenida, le golpea en la rodilla exigiéndole que hable… 
«¿Por qué no me hablas?».
Y ante el silencio de la piedra, Miguel Ángel, cae vencido a sus fríos pies.

Foto: Alfredo Cot



Comentarios

  1. Hoy no solo leí un cuento , sino que vi como se modelaba una escultura de gran belleza sin igual ..ole Alfredo lo has bordado .
    Un abrazo en este Domingo de Ramos .

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  2. Extasiada frente a esos pliegues sutiles. Cuánta magia para sacarle a la piedra!
    Un fuerte abrazo, Alfredo. Que sigas bien.

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