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Mostrando entradas de junio, 2017

Este jueves, relato: Grandes textos

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«Aún entre los demonios hay unos peores que otros, y entre muchos malos hombres suele haber alguno bueno» (Mix cervantino y shakesperiano) En un lugar del Véneto, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho que vivía un joven, tonto y afortunado del que de cierto, poco se sabía, ensimismado y soñador, por lo que los más de los ratos se daba a leer relatos de amor, alejándose en esta suerte de toda acción, refriegas, juegos y curiosidades sobre el comportamiento habitual de hombres y bestias. Es pues de saber, que de esta forma Romeo de Quijano, que así se llamaba, modeló en su mente el sueño que la prosa almacenada en su cabeza había dibujado en forma de hermosa dama. El joven sembró su casa con perlas impresas de lomo acartonado que hablaban de enamoramientos, desengaños, dichas y desdichas, requiebros e incluso cartas donde la razón de la sinrazón se empequeñecía ante la visión de su diosa de humo. Así, dejado en sus pensamientos se le veía mañana tras mañana, a v

Conversaciones con Gloria (Próximos a su centenario).

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Estamos en casa con Gloria Fuertes.  Nos recibe con un desayuno de bollos con chocolate y una reflexión:  «A esta isla que soy, si alguien llega que se encuentre con algo es mi deseo —manantiales de versos encendidos y cascadas de paz es lo que tengo—». Subraya que nació en Madrid de madre costurera y padre portero, y nos aclara por si acaso:  «Nací en Madrid con dos días de edad, me llevaron a un colegio muy triste donde una monja larga me tiraba pellizcos porque en las letanías me quedaba dormida». Entonces nos recuerda que era una joven atractiva y aplicada.  A duras penas y bajo unas carpetas de deshilachadas cintas rojas encuentra unas cartulinas amarillentas y enmohecidas donde se adivinan diplomaturas en Taquigrafía, Mecanografía, Gramática, Literatura, Higiene y Puericultura.  Pero de mayor fue poeta, poeta de niños-niños y adultos-niños:  « Escribo como escribo, a veces deliberadamente mal, para que os llegue  bien». Sus ojos, redondos y expresivos i

Este jueves, relato: Terrorismo animal.

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El atentado. Ansiaba acabar cuanto antes con aquella desagradable pero necesaria misión.  Como en ocasiones anteriores, su sinrazón apareció abriéndose paso con deseos de venganza. Miró a su alrededor para asegurarse de que controlaba el momento, las distancias, los efectos. No podía permitirse el más mínimo error. La oscuridad era su aliada y con la luz que salió de su linterna iluminó el lugar que se vislumbraba como posible campo de acción. Su objetivo era claro: golpear de lleno y con sorpresa al enemigo, acabar con él y reconciliarse consigo mismo. Dobló el periódico con precisión geométrica y…  ¡Zasssss! el mosquito quedó pegado a los titulares del día. Más terrorismo de estado en Gustavo