Mujeres de Roma. Isabel Barceló (Uno de los muchos pellizcos).
Pasear por Roma de la mano de sus «mujeres» es oír, entre susurros, grandes historias de amor; percibir el peligro de innumerables magnicidios; advertir la amenazante presencia de una traición; llorar exhausto de emoción ante un mármol de Carrara que, soberbia y exultante, te reta a vivir; abrigarte de una secuencial llovizna en una cuesta que cambia el agua por gotas de sangre. Porque pasear por Roma acompañado del texto de Isabel Barceló, no es leer en sus páginas ni echar de menos ilustraciones tan gratuitamente necesarias en otros cuentos. Pasear con Mujeres de Roma es oir a su autora, escuchar su ritmo narrativo, admirar y sorprenderse con sus conocimientos…, dejarte llevar y encontrarlo todo donde parece que no hay nada. Isabel habita en todas y cada una de las 450 páginas y su texto está grabado sonoramente en vías, viales, plazas y colinas romanas. Habíamos comido en Suburra 1380, en la plaza del mismo nombre —cocina romana altamente recomendable—. A dos pasos,