Cuentos de andar por casa: Testamento en diez legados.
Testamento en diez legados. Dijo que se llamaba Tomás, pero qué importa, cualquiera en sus circunstancias habría mentido. Su pobreza, sí que era real. Mal vestía con harapos sucios que en su día fueron un traje a medida; su edad, indefinida, era la de un viejo que peinaba canas en una casposa y enredada melena blanca. Jamás fue prudente y ahora el frío y la calle, amenazaban con quitarle la vida una madrugada cualquiera. Absorto, escribía con lápiz corto en las partes no impresas de un diario de izquierdas: —Por si acaso y para que no hayan dudas ni disputas, dejo mis pertenencias a: —El carro de la compra que cogí prestado del súper y que desde hace tiempo es a la vez mi armario y despensa se lo dejo a D. Juan Roig, dueño de Mercadona… al rey, lo que es del rey. —A Pilarín, la rubia de bote de la peluquería de enfrente, le dejo esta mata de pelo rebelde que una vez fue rubio de verdad, ella ya sabrá como teñirlo. —Estos 2’25 euros que guardo, son para el director