Este jueves, unos minutos con Eduardo.
Normalmente cuando entro a comentar, que últimamente es muy poco, suelo silenciar el fondo musical del blog que visito para poder concentrarme en su lectura y en mi comentario. Necesito pensarlo varias veces. Sí, soy muy raro, ya lo sé. Hasta que empecé a visitar a Eduardo. Entonces no solamente escuchaba con enorme placer a Tchaikovsky, sino que lo dejaba sonar una y otra vez mientras paseaba por otras casas. De forma que su blog quedaba siempre abierto, a punto de volver a él y releer alguna verdad, escondida entre puntos y comas. Ha sido a propósito, él lo ha dejado abierto para siempre, porque sabe que su sabiduría puede ser una buena compañera de viaje para los que ávidos de entender seguimos leyendo esas cartas que nunca fueron enviadas. Gracias Eduardo.