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Mostrando entradas de febrero, 2021

COT_idianeidades: Mi barrio

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  Tu Barrio. Empiezas a andar, no te puedes perder; conoces esta parte de la ciudad como la palma de tu mano. Naciste por aquí cerca y podrías contar cosas que ya no existen. Estás en la puerta de la Biblioteca Municipal, perdón, para ti, el Hospital de los Pobres Inocentes. Andas sin prisas, sin intención, sin objetivo y pasas por el lugar donde estuvo su puerta principal, sin embargo no es ese detalle el que te viene a la cabeza, lo que recuerdas es un pequeño torno con una puerta basculante en la que abandonaban a los recién nacidos —aquellos que acabaron llamándose «Expósitos»—.  Pero, creo que no se trata de que veas lo que no hay sino de que descubras lo que hay. Sé lo que vas a encontrar al doblar una esquina. Echas a andar con las manos en los bolsillos. Es noche. Avanzas y te detienes a cada paso intentando exprimir ese paisaje al que tan acostumbrado estás; esos locales que, con sus puertas cerradas, evidencian una crisis irreversible, y los que quedan abiertos muestran una

Este jueves, relato: De carnavales y demás fiestas

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    Nueva Orleans, 2120.   Me di cuenta que seguía mirando como un tonto los restos de lo que un día fue el centro del Mardi Gras. Me agarraba al respaldo del banco esperando decidir cruzar la calle Canal y asomarme a fastuoso río Misisipí. Era viernes noche, podía imaginar el enorme y satírico desfile de Krewe D'Etat. También los de Endymion y Bacchus a los que, puntualmente, asistían actores de cine, cantantes y otra gente famosa que iba a bordo de las decenas de carrozas que formaban parte de la fiesta. Me vi en un ruinoso y corroído espejo de envejecidas manchas ocres y me descubrí cansado. Sin duda era yo, y mis ojos y mi pelo y mi tristeza; y el color de mi piel era el de siempre. Sin embargo, en el deteriorado espejo, detrás de mí, se relejaban imágenes de fiesta: músicos callejeros, carrozas engalanadas, bellas mujeres embadurnadas con confetis y serpentinas luciendo desnudos y dorados pechos; y musculosos hombres disfrazados con máscaras y todo tipo de ropajes. Incluso mi

COT_ideaneidades: El beso pagado

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  El beso pagado Como un niño… Me puse a temblar como un niño. Aún recordaba lo que se decía de Renata: seducía, embrujaba, hechizaba... y todo eso con tan sólo un beso. Dejaba tras de sí ejércitos de idiotas lastimados por su magia. Ilusos que renunciaban a su mediocre vida para suicidarse con una aventura tan apasionante como imposible. Llegó el día e impulsado por una decisión, cuyos resultados desconocía, compré un beso. El peso del pecado generó incertidumbre. Me preguntaba a cada segundo... ¿La besaré? Ese beso era mi primer beso y no lo podía ni lo quería perder. No me asustó la seducción, el embrujo o el hechizo, ni siquiera los miles de besos diferentes que daría a partir de ese primero. Esperé mi turno y cuando llegó el momento... ¡La besé! O tal vez, casi seguro, me besó ella. Un beso agridulce con el que vi el cielo y el infierno a la vez. Fue ese pecado leve que sabe a sal y azúcar al mismo tiempo. A calor y a frío. A saciedad y a insuficiencia. A placer por el beso recibi