Este jueves, relato: Sentimientos encontrados en la Navidad
Había
decidido dedicar la primera hora de la mañana a comprar algunos de los regalos
de Reyes. Eran mínimos. Solo unos pocos faltaban para completar mi lista de
compromisos. Intuyo un principio de mañana tranquila, la hora es buena y el día todavía no ha hecho más que empezar. Alcanzo las puertas del gran almacén, recién abierto y al fondo veo la sección de música cuando empieza a sonar mi iPhone:
—Escucha
con atención, me da lo mismo que sea víspera de Reyes, necesito el proyecto, quiero algo para primera hora de esta tarde, ya sabes mi correo.
Alterado
y confundido llego hasta el mostrador de clásica, busco y pregunto por «La Traviata» de Salzburgo.
—Lo
siento pero acabo de vender la última —me responde la dependienta.
Ya
en la calle, en busca de la dichosa ópera y al doblar una de las esquinas, me tropiezo con un
indigente:
—¡Dame
algo
para un café!
Rastreo
el fondo de mi bolsillo y al tacto reconozco una moneda de 2 euros, no quiero
sacar la totalidad de ellas y delante de él elegir la de menos valor,
total, qué hago yo con 2 euros.
Suena de nuevo el móvil, es el director del
banco:
—Necesito urgente que me ingreses, ¡tienes la cuenta «en rojo»!
Me
detengo y apoyado en la pared intento relajarme.
De
nuevo suena el tema del iPhone (los primeros acordes de «el loco de la colina»). Tengo que cambiarlo, estoy empezando a
odiar a los Beatles.
—Jefe han
llamado de la imprenta, las fotos que les enviamos no sirven, que les mandemos
otras con mejor resolución antes del mediodía.
Todavía
no he comprado nada. Paciencia, es cuestión de tiempo, me acerco a la librería, cerca de la puerta me aborda una gitana, me coge la mano e
insiste en predecir mi futuro:
—Señorito,
si me da unas moneas le leo el mañana.
—Lo
siento, no es el momento y mi futuro depende más de hoy que de lo que
digan mis manos.
No
me lo puedo creer son las once y la cola ya llega a la calle. Cuando entro mi libro ya no está.
Saliendo de la librería,
los acordes de The Fool on de Hill, me trasladan al mundo real:
—Jefe
esta mañana necesito salir una hora antes, ya sabe... los regalos del niño y todo
eso. Nos vemos el lunes.
Se
suman las llamadas: el carpintero que quiere cobrar, mi mujer que no me olvide
de la tintorería, don Jesús que la transferencia que tenía que hacer hoy, la
hará la semana que viene, total por unos días.
Abatido,
desesperado, exhausto llego al portal de mi estudio y...
—Señor,
estoy en el paro, vendo 6 pares de calcetines por 12 euros, ¿le interesan?
—¡No! no me interesan —pensándolo mejor, le llamo y le digo— Oiga
Ud. el de los calcetines, que le parece si le doy algo por todos los calcetines que le
quedan.
El
parado de los calcetines, se marchó con cara de ganador, sin calcetines
y mi iPhone en el bolsillo.
¡Benditas Fiestas!
¡Hola! ¡Qué estres! No sólo el del día a día, sino por las fiestas, se te acumula todo muchísimo más. Me encantó el final <3 muy inteligente *^*
ResponderEliminar¡Un abrazo y feliz año nuevo!
En principio he pensado que se trataba de una inocentada. Pero ya he visto que era una mañana normal de cualqiqer persona que rige un pequeño negocio. Todoas als pistas que das me lo hacen pensar así,
ResponderEliminarComo te prodigas poco, aprovecho la ocasión para desearte toda clase de binandanzas, sins olvidar lo afectivo que es lo mas importante. Feliz Año 2017!!!
Muy buen relato, con esa ironía que te caracteriza y que sabes llevar hasta el final, para mi sublime, se quedó sin el Iphone; pero por fin se olvidó se sus regalos; aunque fuera la siempre recurrida ropa interior.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por participar
Jajajajaja
ResponderEliminarAprovecho y te deseo un nuevo año menos estresado.
Siempre me ha gustado tu forma de escribir, eres excelente, Alfredo
ResponderEliminarMuchos besos