Este jueves, relato: seis + una : ninguna.
El paseo diario por ese
submundo que era su barrio, a Elisa, le divertía. Era un continuo jugar con
unos y otros. Minutos de estímulos próximos y posibilidad de estrechar lazos,
cuando no, de atar otros nuevos. Se movía con diligencia, corría, jugaba,
saludaba, y se paraba pegando la nariz al cristal en el escaparate de la juguetería.
En
el barrio, Elisa, ampliaba conocimientos, perdía miedos y hacía amigos, muchos.
Por encima de lo que pareciese, para ella, era un lugar que descubrir. Honesto.
Divertido. Abierto y solidario. También, a veces, alevoso, distante e
impersonal. Solo había que dejarse llevar, disfrutar de él y volver pronto a
casa.
Al fin y al cabo, cada día y de forma invariable vivía escenas como estas:
—Elisa espera, baja la
basura.
—Elisa levanta el culo
del sillón y ponte a estudiar.
—Elisa anda derecha que
parece que naciste cansada.
—Elisa no sales a la
calle hasta que no te lo hayas comido todo.
—Elisa apaga la tele y
a dormir.
—Elisa, ni soñarlo, al colegio no vas con esa pinta.
Mañana Elisa cumple 12
años.
¡Qué lejos queda, aún, su Alzhéimer!
¡Qué lejos queda, aún, su Alzhéimer!
Pero desgraciadamente lo tendrá si no dejan de agobiarla de esa manera.
ResponderEliminarBesos
Hola Alfredo: que bien que encontraste la forma de esconder, la palabra maldita. A mi no me salió tan bonito ni tan redoomdo.
ResponderEliminarBbbbrrrrr! Un saludo muy envidioso
Y con la frescura de los 12 años, si no fuera por el agobio de los mayores...precioso relato, besos.
ResponderEliminarMuy tierno, un reflejo de ese nacer a la vida, con todos esos frenos que tratan de anclar a la niña a tierra.
ResponderEliminarUn abrazo.
Desde luego que queda lejos, ojalá no existiera nunca, y disfrutar como esa niña de la vida, que siempre valdrá la pena vivirla.
ResponderEliminarMuy bonito
Un abrazo