Tanzania.
Tanzania no se puede explicar, al menos de una forma lógica, práctica o consecuente con los tiempos que corren. Si lo intentas, resbalas, te pasas o te quedas corto. Pero aún así, con el riesgo de epatar más de lo razonable, merece la pena intentarlo. Tanzania huele a Reserva Natural, a picantes y a tinte de mil colores que lucen sus mujeres en una inacabable variedad de estampados con los que lucir sus esplendidos cuerpos. Tanzania es intensamente verde desde el cielo y roja a pie de zapatilla. Sus ciudades, a vuelo de pájaro, son un hormiguero de sombras oscuras como el ébano que patean sus caóticas avenidas o pasean lentas, pero sin pausa los campos de maíz recién plantado. El tanzano es dueño de su tiempo, no tiene prisa, los indios corren por él y también por él, ganan su dinero. Es el primero en extender su mano en un saludo que empieza con una invitación y acaba con una mirada curiosa, limpia y penetrante. Clava sus grandes ojos en los tuyos y juega a c