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Mostrando entradas de marzo, 2020

Cuentos de andar por casa: ¡Bragas a cuatro euros!

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¡Bragas a cuatro euros! La curva, después de pasar la Gasolinera, siempre le sorprendía; no se acostumbraba a reducir la velocidad, la visibilidad era buena, sin embargo el peralte, por una extraña razón inclinaba el asfalto en contra de los confiados automovilistas. No le gustaba conducir, pero ahora no tenía elección; solía hacerlo de madrugada, acompañada pero más sola que nunca. Además tenía que recordar cúal era el destino en ese sábado de diciembre. Cada día un mercado diferente, en un pueblo diferente, pero el mismo tipo de gente de siempre. Cristina era bonaerense, vino a Valencia de joven y enamoró a Pepe, el batería de un grupo de Rock llamado Los Escorpiones. Estos viajes al mercado no tenían nada que ver con aquellos de los conciertos por la Comunidad Valenciana. Después de un largo pero cómodo viaje hasta el pueblo de turno descansaba en primera fila o en una mesa cerca del escenario tomando alguna copa, mientras su amor aporreaba las baquetas sobre la tersa

Cuentos de andar por casa: Una historia de Internet

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Una historia de Internet Mi nombre es HP, mi apellido Windows; de lo que podéis deducir que pertenezco a una familia y a un momento donde la ficción y la realidad se confunden. Tengo un cuerpo equilibrado, altura y peso estables, mientras que mis pulsaciones y tensión son más cambiantes, mi cabeza es ancha y plana y tiene matices y opciones de color e intensidad, en general, diría que este cuerpo que la técnica me dio es proporcionado y justo. Funciono mediante los impulsos que generan en mi pecho las caricias de las prestadas manos de un ser raro y complejo, sin embargo y a pesar de esos contrastes, me he acostumbrado a su presencia y con el tiempo he llegado a la conclusión de que él me necesita más a mí, que yo a él. Este extraño ser, tiene un comportamiento curioso: se emociona, ríe, llora, gime, grita, patalea, susurra, canta y todo ello, solo, delante de mis virtuales narices. Os cuento que una vez lo vi alegrarse hasta la locura cuando le abrí un mensaje que d

Cuentos de andar por casa: Amigalario

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Jardiel Poncela, en un divertimento literario, se recreó sobre el papel de los tipos que nos encontramos a lo largo de nuestra vida y que de una u otra forma tienen o pretender tener cierto ascendiente sobre nuestra existencia. Con un término que bautizamos como Amigalario , Poncela lo inició con la definición del «Amigo Póliza» que por graciosa, ocurrente y real me ha llevado a hurgar en la hemeroteca articularia hasta encontrar alguna que otra perla digna de comentar: Amigo Brújula: Es el amigo del que más nos fiamos, con inexplicable ceguera leemos el libro que nos recomienda, la película que nos aconseja o las rebajas a las que debemos acudir, sin darnos cuenta que siempre es nuestra pereza y no su inteligencia la que nos hace decidir. Amigo Visa: Es impensable salir a la calle sin este amigo, es el acompañante inevitable, mudo, no dice nada, solo está por si acaso, pero que nunca te lo dejas en casa porque si no ligas ya sabes a quien echarle inconscientemente la culpa

Cuentos de andar por casa: La silla se va de viaje.

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La silla se va de viaje. Es la pequeña y es su primer viaje. Yo, su madre, la mecedora, no lo tengo nada claro, pero su padre, el sillón, dice que ya es mayor, que tiene que espabilar y ver mundo. Parece que fue ayer cuando Tomás, nuestro carpintero de cabecera me dijo: «María, vas a tener una silla». Salió del revés: primero las cuatro patitas, luego el asiento, cuadrado y horizontal y por fin un respaldo abarrotado de barrotes. Recién nacida olía a roble fresco De niña sentía la emoción de los primeros descubrimientos. Aquel culito blanco que acariciaba, escurriendo, las tiernas nalgas sobre su resbaladizo cuerpo; hasta que alguien decidió que había que tapizar el asiento con loneta de colores. Aquella base, cuadrada y horizontal, que iba creciendo en altura, con almohadones superpuestos, tal y como se hacía mayor, Carmencita. Siempre fue transparente. Su mirada limpia, a través de los barrotes torneados, encontraba el límite en la prolongación hacia el suelo de las cua

Cuentos de andar por casa: Pavarotti o el trágico final de un seductor.

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¡Adiós, amigo! Pavarotti aleteó escapando por la ventana abierta de par en par al reclamo de su amada Callas. Él, loro, papagayo, perico y ella, cacatúa, cotorra, periquita. Ambos, gregarios y monógamos, aunque enamoradizos repetían e imitaban incansablemente las melodías que, el uno a la otra y la otra al uno se intercambiaban por el patio de luces. A esa hora, cada día, Pavarotti solía visitar a Callas, la lora del quinto, y le recitaba de memoria el primer verso de «Poesía eres tú» de Bécquer. Seductor como buen loro. Coqueto como buen loro. Parlanchín como buen loro y soberbio como buen macho regresaba horas más tarde con alguna pluma de la lorita en su curvado pico. Prueba fehaciente de su conquista y trofeo silencioso que sólo podía compartir consigo mismo. Un día, al salir, una ráfaga traicionera cerró de golpe la ventana. En su vuelo ascendente se debatía entre el dilema de si esa deseada e inevitable visita tres pisos más arriba tenía que ver con una determinaci

Este jueves, relato: Altruismo «María»

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El mundo de María es el mundo de los pies, como el de los perros pero sin olisqueos. No levanta la mirada del suelo; sentada, acomoda su delgado y enfermizo cuerpo en un hueco de la fachada entre el estanco y la librería y todo su horizonte es el que dibujan los zapatos de los transeúntes, recortados en la profundidad de la acera. María es un sin techo que arrastra su condición vagabundeando, en busca de una esquina soleada donde abandonarse al abrigo de los tenues rayos de sol que le permiten sobrevivir en el helado y duro pavimento en este frío y ventoso invierno. Todo su vestuario es una pila de harapos, uno encima de otro y ella, encima de todos. Solitaria, en su esquina tibiamente iluminada, contrasta su tremenda e inmóvil soledad manifestándose más cruel, si cabe, en medio del denso y insensible deambular de la gente. Pero, ¿qué tiene María que la diferencie de otros desfavorecidos que consumen sus noches bajo las estrellas envueltos en húmedas hojas de cartón? Poco…,

Este jueves, relato: Propuesta alocada

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Acudió a su llamada y aceptó el reto . Se trataba pues de escribir y, de eso, Marta tenía alguna idea. Eligió el comienzo, la ilustración y se enfrentó al blanco de la pantalla. En pocos minutos había enlazado, más o menos, trescientas palabras. Una historia desarrollada con minuciosidad, con imaginación, con documentación y un poco de sal en el estilo. Publicó la entrada que acompañó con la foto correspondiente.  Buscó en etiquetas un genérico para facilitar su búsqueda y encontró uno adecuado, «Relatos»; y otro, «Los jueves, Relato» y un tercero más específico, «Retos». Marta mimaba sus textos; pequeñas obras de arte colgadas en las paredes de un museo intangible. Iluminadas con la sombra de una luna que le daba la espalda y expuestas hasta un amanecer que estaba por inventar. Tecleó Enter y publicó su historia. Dejó pasar la noche, que compartió entre sábanas consigo misma. A la mañana siguiente, con la taza de café en la mano, conectó su Mac y abrió su página: www.

¿Dónde estoy?

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Algo más que un paseo por una ciudad cambiante. Hubo un tiempo en el que los ciudadanos mostraron su desagrado ante la decisión de las autoridades que, sin consultarlo, invirtieron 150 millones de dólares en una franquicia cultural; entonces, la ciudad tenía un aspecto duro, teñido de negro y gris. Hoy casi no la reconozco, aquella ciudad con los índices de contaminación más altos de Europa, agotada y decadente, es hoy alegre, limpia, moderna, ordenada, optimista e incluso bonita. Tras un corto recorrido, el gran cetáceo plateado se divisa desde varias calles, su perfil metálico dibuja en el cielo plomizo una línea quebrada que sigo desde diferentes perspectivas, yo diría que me sigue o más bien que me persigue, los cetáceos no tienen escamas, pero aseguraría que este es la excepción y sobre ellas se reflejan las omnipresentes nubes que en este paisaje tienen mas color de nube que en otros. Sigo paseando y pierdo de vista al «Animal». Me adentro por las siete calles y nav

La Misión. [Morricone]

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Asunción, Paraguay, 1750.  El padre Gabriel penetra en un rincón de la selva virgen y extrae del oboe unas notas. Los indígenas quedan absortos con la melodía por su capacidad emotiva, llegando incluso a romper por la mitad el instrumento temiendo que sea poseedor de una magia que ponga en peligro su seguridad. Morricone se emocionó al ver aquella secuencia en origen, musicada con el adagio de Alessandro Marcello, hasta el punto que tuvo que secar sus lágrimas con un pañuelo: «Es una película demasiado bella, la música de Marcello resulta insuperable… ¿Cómo me pide usted que componga una música para sustituirla?» El guión de Robert Bolt, (Doctor Zhivago) está basado en las guerras guaraníticas, que los Jesuitas y los indígenas guaraníes libraron contra los Bandeirantes. Las Misiones Jesuíticas fueron literalmente borradas del mapa y sus habitantes asesinados y deportados como esclavos a Brasil. De la película de Roland Joffé se ha hablado mucho, su oscar a la mejor fotogr