¿Dónde estoy?



Algo más que un paseo por una ciudad cambiante.
Hubo un tiempo en el que los ciudadanos mostraron su desagrado ante la decisión de las autoridades que, sin consultarlo, invirtieron 150 millones de dólares en una franquicia cultural; entonces, la ciudad tenía un aspecto duro, teñido de negro y gris.
Hoy casi no la reconozco, aquella ciudad con los índices de contaminación más altos de Europa, agotada y decadente, es hoy alegre, limpia, moderna, ordenada, optimista e incluso bonita.
Tras un corto recorrido, el gran cetáceo plateado se divisa desde varias calles, su perfil metálico dibuja en el cielo plomizo una línea quebrada que sigo desde diferentes perspectivas, yo diría que me sigue o más bien que me persigue, los cetáceos no tienen escamas, pero aseguraría que este es la excepción y sobre ellas se reflejan las omnipresentes nubes que en este paisaje tienen mas color de nube que en otros.
Sigo paseando y pierdo de vista al «Animal». Me adentro por las siete calles y navego en un peregrinaje de baños de vino de color claro que se acompañan con un mundo de palillos con lastre, las horas se suceden inmerso en un continuado orgasmo gastronómico sin precedentes.
Es tiempo de prolongar las alternativas culturales, de nuevo delante de esa inmensa ballena que como la de Jonás se tragó todo lo que había que tragar, hemos venido para eso, para admirar y mirar en su interior; pasamos, la puerta está entreabierta y nos reclama desde el fondo del Atrio una voz metálica que sale de tres lenguas sinuosas del color del hierro, las bordeamos, nos sobrepasan en altura varios metros, ocupan parte de la columna vertebral, en su vientre el resto de las artes se mezclan y se multiplican en manifestaciones multidisciplinares de variado conteniendo.
En el exterior, su corteza absorbe la luz dorada de un atardecer neblinoso y hoy unos cuantos años después con un millón de visitas anuales es una inequívoca seña de identidad de aquellos ciudadanos dubitativos que hace años lamentaban vivir de espaldas a un sucio río, sobre cuyos márgenes morían astilleros, muelles y fábricas.
Seguro que sabes de que ciudad estoy hablando.


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