Este jueves, relato: "Robos"
“Robar o no robar…” He ahí la cuestión. En la madurez, la pasión revive con las mismas dudas con las que ya temblábamos en la juventud. El corazón está ahí, al alcance de la mano, sólo hay que alargarla y robarlo. Parece frívolo y lo es; esa pasión por lo ajeno es nuestra aliada, pero también es un sentimiento muy tramposo. Al primer corazón robado, le acompaña una virginidad que justifica la exaltación, y a esta virginidad rota (porque se rompe), ya saturada se la adereza con nuevas joyas por sustraer. Y de nuevo es el robo de otros corazones el reto de nuestra incontrolada actividad. Es un juego de muchos, de unos contra otros; por lo que no estamos exentos de padecer el despiadado robo del nuestro, por descuideros ladrones de voluntades. En la madurez, la pasión ha girado sobre sí misma y resucita de nuevo. Aquel gesto multicolor es ahora una paleta de vivos grises, y sin embargo sigue siendo pasión. Han pasado años y el robo tiene