Este jueves, relato. World Builder
La primera piedra fue un adobe. Secado al sol, el ladrillo había tomado el color de la paja tostada, su superficie arcillosa se suavizaba en los costados que presionados por el molde le daban una textura sedosa. En uno de ellos, gravadas a mano se adivinaban las iniciales L. V. A aquella primera piedra, le siguieron otras que formaron una hilada descansando sobre una superficie más compacta. La zapata de hormigón, enterrada en el subsuelo, permitiría el asentamiento y la fijación de los tabiques. Sobre la cara cementosa se dibujaba la maya del pino encofrado, destacando un nudo que sugería las letras I. N. Los pilares se elevaban verticales, armados en su interior por armaduras de acero negro. El hormigón al fraguar abrazaba fuertemente las barras presionándolas sobre su pecho, marcando unos resaltes corrugados que parecían dibujar las iniciales N. M. En su elevación, los pilares recibían con resignación el peso de la estructura horizontal. Ésta, sometida a una flecha