Este jueves, relato: De carnavales y demás fiestas
Nueva Orleans, 2120.
Me di cuenta que seguía mirando como un tonto los restos de lo que un día fue el centro del Mardi Gras. Me agarraba al respaldo del banco esperando decidir cruzar la calle Canal y asomarme a fastuoso río Misisipí. Era viernes noche, podía imaginar el enorme y satírico desfile de Krewe D'Etat. También los de Endymion y Bacchus a los que, puntualmente, asistían actores de cine, cantantes y otra gente famosa que iba a bordo de las decenas de carrozas que formaban parte de la fiesta. Me vi en un ruinoso y corroído espejo de envejecidas manchas ocres y me descubrí cansado.
Sin duda era yo, y mis ojos y mi pelo y mi tristeza; y el color de mi piel era el de siempre. Sin embargo, en el deteriorado espejo, detrás de mí, se relejaban imágenes de fiesta: músicos callejeros, carrozas engalanadas, bellas mujeres embadurnadas con confetis y serpentinas luciendo desnudos y dorados pechos; y musculosos hombres disfrazados con máscaras y todo tipo de ropajes. Incluso mi vestimenta, en el reflectante cristal era otra..., de carnaval. Cuerpos a rebosar de collares y abalorios que escondían un alma nublada, doliente y afectada por la soledad y la muerte.
Tenía que cumplir mi último encuentro y, rápidamente, acabar mi odisea particular. Crucé la calle con la esperanza de encontrarme con Ignatius —Se decía que por su condición de no humano todavía merodeaba las avenidas en las vísperas de Mardi Gras—. Siempre había creído que a él sería el último que vería. Y allí, entre aquella muchedumbre de sombras coloreadas pude ver a aquel adefesio entrado en carnes, fanático, cínico e inadaptado. Me vio y, al instante, desapareció por la orilla del río. Le seguí pero nunca más lo volví a ver. Mi odisea particular llegaba a su fin y solo me quedaba, después de cien años, haber regresado a Nueva Orleans.
Luego, otro Dios me esperaba.
Más carnavales en el blog de Lucía
. Has dejado bien patente que conoces el Mardi Glas y has logrado meterme en su bullicio carnavalera, en él me quedo mientras tu prota sigue a Ignatius. Un muy buen relato.
ResponderEliminarHola, la Wikipedia es grande y sabia. Mi prota está inmerso en una trama novelística de larga duración. Ya avisaré. Besos
EliminarDicen que Nueva Orleans es una cuidad llena de misterios y nostalgías, quizá por eso las ganas de volver allí...aunque cien años es mucho esperar amigo.
ResponderEliminarLlegar hasta allí para perseguir a ignatius...con lo bien que estaria tu prota recorriendo Valencia. Nunca sabemos cual es nuestro viaje final.
Gracias Alfredo por participar esta semana, cuida de tu maravillosa familia y de ti.
Abrazos con cariño,desde nuestro Botxito que te añora.
Hola, Lucía. Ya tengo un prota recorriendo Valencia, don Jose, del que sabrás cosas dentro de poco. Gracias por tu convocatoria. Besitos.
EliminarUna visión futurista aun cuando la regresión es la misión deseada, antes de ese nuevo viaje, quién sabe hacia dónde…
ResponderEliminarMuy buena e interesante participación.
Un placer leerte.
Abrazos, y feliz día.
Gracias, Ginebra. El destino siempre es el mismo: El origen de cada uno, al menos, novelísticamente hablando. Gracias por tu visita. Besitos.
EliminarUna buena historia sobre esa celebración, sobre la que se nota informado.
ResponderEliminarSaludos.
La historia está condicionada por la corta extensión del relato, pero todo se andará. Gracias por la visita. Abrazos.
EliminarNueva Orleans tiene algo especial. Cada vez que veo un reportaje sobre ella y destacan sus carnavales y su vida, me parece maravillosa. Además, tiene mucho de España, sobre todo de Canarias.
ResponderEliminarNo sé si lo has vivido pero si no es así, igual da porque es auténtico cómo lo transmites. Yo no la conozco y me ha dado la impresión de estar ahí.
Un beso enorme.
Gracias, Mağ. Nueva Orleans es especial. Forma parte de esa pequeña selección de lugares a donde uno le gustaría retirarse. Gracias por la visita. Besitos.
EliminarHas elegido muy bien la ciudad donde hay cantidad de misterios que la rodean y sobre todo en sus carnavales, lo cual tu relato esta de acorde a todo lo que la rodea . Me gusto un monton . Un abrazo .
ResponderEliminarGracias, Campirela. El tema se prestaba. Es cierto que hay muchos carnavales en el mundo, pero este tiene un sabor sonoro muy especial. Gracias por tu incondicionalidad. Besitos.
EliminarTengo pendiente conocer alguna vez el Mardi Gras como también leer La conjura de los necios. Mientras tanto me quedo imaginando la pintura de ese marginal que has retratado desde el reflejo de tu personaje. Siempre sustanciosos tus aportes. Un abrazo
ResponderEliminarHola, Mónica. Es la magia de las palabras crear mundos paralelos y fantásticos te te hagan ver más allá de tu realidad. Gracias por tu visita. Besitos.
EliminarHan de ser unos carnavales muy divertidos y ajetreados. Nueva Orleans me parece un lugar de collares, de música y de buen rollo.
ResponderEliminarCien años son poco mucho tiempo, pero volverá a aparecer, seguro-.Un abrazo
Gracias, Albada. Collares y máscaras. Todo acompañado de una música genuina y desenfrenada (a alma abierta). Gracias por tu visita. Besitos
EliminarNo conozco esa ciudad debe ser muy bonita, y tú nos llevado hasta allí.
ResponderEliminarInteresante tu relato.
Besos.
Gracias, María. Yo tampoco conozco esa ciudad que, como tu dices, seguro es apasionante. Una de las grandes suertes de escribir es que puedes transportarte (y transportar) a cualquier parte del mundo. Solo tiene que ser o parecer verosímil. Besitos.
EliminarMe encantaría descubrir un carnaval en Nueva Orleans... pero en este siglo, claro ;)
ResponderEliminarUn besazo, Alfredo.
Gracias, Dafne. De momento habrá que esperar un poco, pero cuando puedas no te lo pierdas.
EliminarBesitos.
Me has hecho pasear por ese mardi gras, yo estaba entre la multitud con abalorios de colores, yo que nunca he estado en Nueva Orleans, ya ves, la magia que me ha provocado tu carnaval. Escribes tannnn bien!! Besos.
ResponderEliminarTe he visto, eras la que brillabas sobre la multitud carnavalera. Gracias por tu visita. Besitos
Eliminar