Este jueves, relato. Los secretos de uno...
Los secretos no existen, Obvio, cuando lo son, nadie los conoce y cuando se conocen, no lo son. Pero si hay una posibilidad de que existan, esta, aparece flotando en el océano de las dudas, sin rumbo, y como en otros órdenes de la vida disfrazando la existencia de los mismos. Así pues, los secretos pasan de no existir a existir casi, poco, a medias, mucho o del todo. En este caso, el secretario (o portador de secretos) tiene la llave de la complacencia y la ventaja del jugador tramposo. Su capacidad de confesión está en función de la calidad y espesura del secreto. Su gran tentación es dar a conocer lo que sabe. Su gran placer, mantener el secreto en secreto. Información, sueños, documentación, pecados, fotos, correspondencia… comportamientos veleidosos capaces de ser escondidos, manipulando una realidad y dibujando otra aparente de forma casi, poco, a medias, mucho o del todo real. Y dicho esto, paso a desvelaros mi secreto: Aunque lo parezca por lo retórico y pl