Este jueves, relato: Insólita actividad
Corre el año 2.219. La última trasmisión locuaz. La última emoción comunicativa nació, vivió y murió hace más de doscientos años. Luego nada. Y ese nada que nos rodea no es humano. Nos desplazamos auto transportandonos desintegrando nuestra propia materia; flotando en un aire denso y maloliente, y todo lo que tenemos que comunicar queda espaciado, caóticamente suspendido e irreparablemente perdido. Nada dice. Nada comunica. Nada emociona. Nada vincula, Nada enseña. Todo desaparece en un abrir y cerrar de plasma. Desestimamos cualquier artilugio inútil construido por el hombre siglos atrás que, olvidados, almacenamos en basureros espaciales; clasificados y codificados por una larga combinación de números y letras solo legibles para la Granmáquina . No sé qué son las letras ni los números ni para qué sirven. Hoy, todo lo que necesitamos saber se nos inocula mediante bacterias microsiliconóides . He oído decir, que en cosmos próximos a las superficies residuales; en las noch