Este jueves, relato: Insólita actividad
Corre
el año 2.219.
La
última trasmisión locuaz. La última emoción comunicativa nació, vivió y murió hace
más de doscientos años. Luego
nada.
Y
ese nada que nos rodea no es humano. Nos desplazamos auto transportandonos desintegrando
nuestra propia materia; flotando en un aire denso y maloliente, y todo lo que
tenemos que comunicar queda espaciado, caóticamente suspendido e irreparablemente
perdido. Nada dice. Nada comunica. Nada emociona. Nada vincula, Nada enseña.
Todo desaparece en un abrir y cerrar de plasma.
Desestimamos
cualquier artilugio inútil construido por el hombre siglos atrás que,
olvidados, almacenamos en basureros espaciales; clasificados y codificados por
una larga combinación de números y letras solo legibles para la Granmáquina. No sé qué son las letras ni
los números ni para qué sirven. Hoy, todo lo que necesitamos saber se nos
inocula mediante bacterias microsiliconóides.
He
oído decir, que en cosmos próximos a las superficies residuales; en las noches
de oscuro y rojizo ocaso se oyen voces que cantan, recitan, narran, cuentan
historias de desconocidos antepasados que luego llevan al papel. Se sirven de útiles
solíquidos en dos dimensiones para
grabar su presente y que al secar se convierten en pasado. Les llamaban,
cartas, libros, diarios, manuscritos y cosas así.
Será
culpa de la Megaestación con sus días
de mil segundos, oscuros y fríos, en los que el tiempo para la reflexión mengua
y pasamos de un tema a otro sin la suficiente cocción, mientras esas otras voces,
a lo lejos, velan en la noche del purpúreo albor. La sombra de un serie B
parece más real que nunca; no es la sombra de su inorgánico cuerpo, sino la que
proyecta a través de su inexistente presente contagiándonos de esa ilusión impedida.
Hablan
de emociones y sensibilidades que no entendemos. Me pregunto si ya habrá alguno
entre nosotros. Cerremos los ojos y oigamos al viento. Nuevas viejas palabras
labrarán surcos en nuestra maloliente zona que una vez procesadas definiremos
como Dramas, Comedias, Tragedias, Ensayos, Poemas...
Entonces,
será inequívoca la presencia de una insólita y amenazante actividad: el Escritor.
Un futuro terrible, oscuro e insensible, sin sueños, sentido o esperanza. La esencia humana licuada, condenada a la inexistencia debido al enterramiento del arte y las letras. Un mundo asi no merece ser vivido. Ojala nunca sea posible. Un abrazo Alfredo.
ResponderEliminarNo sé, Alfredo... ¿seguro que estamos en el 2219? porque muchas cosas me parecen del presente...
ResponderEliminarUna abraçada :)
Buenos días ..hay que ver el futuro si que es negro del todo ..ojalá no sea cierto , aunque nosotros no lo veremos no lo quisiera para una futura generación ..pero desde luego imaginación le has echado y ojalá ese emociones nunca dejen de existir en el hombre futuro ..Un abrazo y muy feliz día.
ResponderEliminarNo sabemos si el futuro nos dará de sí, pero tu texto, anclado en el futuro, me ha gustado. Que no callen las palabras jamás.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz jueves
Y en medio de ese paisaje posvolcánico que dibujas con maestría, sin embargo permites que surja un atisbo de esperanza porque sigue habiendo locos sobre una colina, locos que cantan y escriben, locos como nosotros? Gracias por participar y un gran abrazo
ResponderEliminarEstás hecho un Julio Verne...
ResponderEliminarMe has recordado las distopías de un mundo feliz y 1984 trasladadas a un futuro lejano, esperemos que la palabra, en cualquiera de sus formas se eleve por encima de la mediocridad y el ruido. Un abrazo.
ResponderEliminarLo he visto todo tan oscuro!!Pero a la vez hay bastante de cercano, eso de tantas ideas juntas, tanta información que satura, tanto ruido. Suerte que al final hay un atisbo de esperanza. Besos.
ResponderEliminar