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Este jueves, relato. Primeras lecturas

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Este jueves, relato. “Mis primeras lecturas” Son las cinco de la tarde, hora de toros y toreros. La terraza del madrileño Café Gijón es un hervidero de gente que deambula de un lado para otro en busca de una sombra en la que sentar su curiosidad. Dentro, en una mesa del fondo, los Srs. Tagore, Hemingway y García Márquez despachan sus primeras contradicciones delante de un humeante café. El grupo todavía no está completo, faltan la Sra. Rodoreda y el Sr. Bach, que se les unen de inmediato. El nombre de un lector común a todos ellos, lanzado al centro de sus ciberconsciencias, les había golpeado en plena memoria obligándoles a viajar en el tiempo, juntándoles alrededor de una mesa hecha de y para la literatura. El primero en abordar el tema es Tagore. -Lo recuerdo, era muy joven y fue un reto para él, perezoso en las primeras páginas, pero ávido y emocionado al final, especialmente en: “ Me he sentado esta mañana, en mi balcón, para ver el mundo. Y él, c...

Este jueves, relato. El teléfono

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Entre el teléfono y él, apenas había un suspiro; el justo para atenderlo con sólo alargar la mano. Mientras esperaba, toda su subconsciencia pasaba por recordar cómo había sido aquel primer y único encuentro. Entre sombras adivinaba el color de la noche, el calor del lugar y especialmente, la recordaba a ella. Lily estaba en el mostrador, mientras en el exterior la lluvia añadía agua al mar que tenían delante. Asís se aproxima un poco más al teléfono como si esa acción fuera determinante para adelantar la llamada… sabía que no. Él, por encima de diez brazos intentaba recuperar su copa sin conseguirlo. Ella le miró y adivinó su dificultad y su deseo. En los minutos siguientes resolvió su dificultad, pero no su deseo. Perdido en aquella turbulenta noche de quieros mudos y quizás sonoros, recuerda un intercambio de números y una mirada cómplice acompañando un… Te llamaré. Asís fundía con la mirada a aquel teléfono, esperando una llamada que tal vez no llegara...

A fuego lento. Casa Terete. Haro

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Casa Terete. Haro (La Rioja) 135 años después, la cuarta generación de los “Terete” mantiene viva la esencia de la cocina familiar que tan famosa les ha hecho. Asar corderos es un arte para esta familia de Haro.  El restaurante,  al que antes se accedía  a través de la carnicería ofrece una carne joven, tierna, asada en el horno de leña sin más secreto que una buena dosis de mucho cariño. En mercado: (4 personas) 2 Cuartos de cordero lechal Manteca de cerdo, Agua, Sal Majado con: 3 Ajos Una pizca de sal gorda 1 Poco de vinagre En Cocina: Untamos la piel con un poco de manteca y sazonamos, buscamos es que la piel se haga “costra”. En cazuela de barro ovalada, añadimos un vaso grande de agua. Precalentamos previamente y al horno a 180º durante aproximadamente hora y media A mitad del asado preparamos el majado de mortero, le damos la vuelta a la carne y hechamos un poco de caldo del propio asado en el morte...

Alfombras que cuentan sueños.

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Las alfombras y los cuentos ya existían por separado. De la mano de Per Arnoldi, el hombre también alimenta su imaginación con la pintura, que nos explica, confunde y sazona nuestra realidad con una colección de cuentos, unos nuevos y otros diferentes. Consagrados de la pintura, firman fantasías para leer mirando al suelo, ocupándolas con la complicidad del niño que descalzo se pasea por el cálido pelo del país de Nunca Jamás. Asger Jorn Kazimir Malevich Kurt Schwitter Paul Klee Per Arnoldi Preben Hornung Rene Magritte Richard Mortensen Salvador Dalí Takashi Naraha Wassily Kandisky Robert Jacobsen Jems Birkemose

10 años sin Eduardo Chillida

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En un extremo de la bahía donostiarra, a los pies del Monte Igeldo , instaló en 1977 Eduardo Chillida su obra preferida, el Peine del Viento , con tres espectaculares piezas de acero aferradas a las rocas y rodeadas del mar, ejemplo único de armonía entre arte y paisaje. "El mar tiene que entrar en San Sebastián ya peinado" , bromeaba al contemplar cómo el viento sur levanta, ondula y riza la cresta espumosa de las olas que rompen impetuosas contra las rocas. He visto niños y adultos jugando, acariciando y admirando sus hierros, aprendiendo de ellos a adivinar el alma de las cosas y disfrutando de sus formas y texturas, yo mismo me acerco a ellos siempre que viajo a San Sebastián y los toco, los miro, detengo la mirada en el horizonte donostiarra a través de sus densos y descriptivos vacíos.          

A propósito de mí.

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Queridos amigos, durante casi cinco años, mi Plaza ha sido un escaparate donde hemos intercambiado aventuras, retos, relatos, serias ironías y alguna que otra frivolidad. He contado cosas de mí, de mi nieto Alejandro, de mis hijas Carolina la Florista, y de Vanessa la Diseñadora de Interiores. Habéis viajado conmigo, visitado ciudades, conocido artistas y actores, dormido en hoteles y comido en restaurantes de todo tipo. He ido mostrando mi personalidad sin trampa ni cartón, con todos mis defectos y alguna que otra virtud. Como pocos, me he desnudado y expuesto delante de la pantalla sentado al raso en algún banco de mi Plaza. Siempre he sido alfredo (con minúscula) y aunque he acabado siendo Alfredo Cot, nada ha cambiado. Sin embargo nunca os he hablado de Regina, mi esposa. A Regina no le gustan los blogs, especialmente el mío. Dice, que me quita mucho tiempo de estar con ella y tiene razón.  La elección es bien sencilla, con ella quiero envejecer y la “Plaza......

Este jueves, relato. Secretas Fantasías

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Benjamín tiene 90 años. Su vida, como agua que busca el mar, se escapa entre sus dedos. No duele la indigencia, está solo. No le preocupa la muerte, a esa edad no es una desgracia de consecuencias irreparables. Nunca hasta ahora había necesitado fantasías. Sus sueños, antes de serlos, ya eran realidad. Tuvo cuanto quiso. Cariño, el de los que le conocían y sabían de sus bondades. Respeto, el de los que le frecuentaban y siempre encontraban apoyo. Admiración, la de los que necesitaron conocimientos y de él los obtuvieron. Amor, el de todos a los que amó. Ahora, en su epílogo vital, se descubre en mitad de la noche soñando despierto. Es una experiencia nueva, desear algo en secreto. Por un momento con la mirada perdida sustituye la vista del inhóspito callejón por una borrosa ilusión... Y sueña con una pequeña habitación, cuatro paredes pintadas de recuerdos y una ventana por la que mirar, seguro y en paz, al mar... será su única y última fantasía. El completo de l...

Este jueves, relato. Ponerse en los zapatos de otro.

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He empezado el relato con mal pie. Creo, que en un zapato que no es el mío. Después de los primeros pasos, me siento algo incómodo. Me oprime el pulgar y me roza en el talón, además del ruidillo insoportable cada vez que flexiono para iniciar un nuevo paso. Pero quería probarlo, sentir como vive uno en el zapato de otro. La conclusión es muy sencilla, tan sólo hay tres opciones: Que el número del zapato que calza el otro sea más pequeño, más grande o igual. Si es más pequeño es imposible ponértelo, no cabe. Lo intentas por pasiva y por activa y siempre se queda algo fuera... algún dedo, el talón, y eso con calcetines de seda, si por casualidad los llevas de lana... ni lo intentes. Si por el contrario es más grande, sí te lo puedes poner, incluso sin mirar, hasta te puedes equivocar de mano, (¿de "mano"?) que no se entera. El pie baila perdido buscando una pared en la apoyarse y lo que es peor, te lo dejas atrás cada dos por tres... ¡pasos, claro! Podr...

A fuego lento. Taberna La Bola

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Dicen que cualquier día de invierno, en Madrid, Alfonso XII se escapaba de Palacio para "apretarse" un cocido en algunas de las tabernas de las proximidades. Un buen cocido y una relajada sobremesa, se convertían en un placer real, calificado sin miedo a equivocarnos como un momento sublime. Sus ingredientes recuerdan su origen campesino, pero la manera de servirlo, separado en tres platos (vuelcos), es un ritual ya urbano y burgués. De primero, una sopa de fideos con el caldo; de segundo, los garbanzos y las verduras, y por último, las carnes troceadas y los huesos de caña. En mercado. (6 comensales): 250 gr. de garbanzos de Castilla, 500 gr. de carne de morcillo, caparazón de gallina, 2 pechugas de gallina, 2 morcillas, 6 chorizos, 1 trozo de tocino, 1 punta de jamón, 1 repollo, 1 cebolla, 3 zanahorias, 6 patatas pequeñas, 1 diente de ajo, fideos para la sopa. En Cocina: Poner en remojo los garbanzos el día anterior. En puchero de barro, se in...