Este jueves, relato. Ponerse en los zapatos de otro.
He empezado el relato con
mal pie. Creo, que en un zapato que no es el mío.
Después de los primeros
pasos, me siento algo incómodo. Me oprime el pulgar y me roza en el talón,
además del ruidillo insoportable cada vez que flexiono para iniciar un nuevo
paso. Pero quería probarlo, sentir como vive uno en el zapato de otro.
La conclusión es muy
sencilla, tan sólo hay tres opciones:
Que el número del zapato
que calza el otro sea más pequeño, más grande o igual.
Si es más pequeño es
imposible ponértelo, no cabe. Lo intentas por pasiva y por activa y siempre se
queda algo fuera... algún dedo, el talón, y eso con calcetines de seda, si por
casualidad los llevas de lana... ni lo intentes.
Si por el contrario es
más grande, sí te lo puedes poner, incluso sin mirar, hasta te puedes equivocar
de mano, (¿de "mano"?) que no se entera. El pie baila perdido buscando una pared en la apoyarse y lo que es peor, te lo dejas atrás cada dos por tres... ¡pasos, claro!
Podría decirse que la
mejor opción es la tercera, pero hay matices. El número sería el mismo, pero el
sexo no. Yo gasto un 40 y he intentado andar con zapatos de mujer de tacón de
aguja del mismo número... todavía ando malherido por el suelo, que es otra
forma de andar con el zapato de otro, en este caso de “otra”.
Más pies apretados en el par de Gastón
Al menos en el intento está la vocación de tratar de entender...algo es algo!
ResponderEliminar=)
Un abrazo
Ponlo en la horma, que se te adapte, o de contrario te pierdes andar con el pie ajeno, tampoco sé si es muy recomendable. Pero...por variar.
ResponderEliminarBesitooooo desclaza.
¿Te pondrías los dos taconazos? porque si solo te pusiste uno es todavía más difícil... cada uno nos tenemos que apañar con los zapatos que nos han tocado, aunque intentando comprender que el par de cada uno es distinto y si están muy doloridos les dejamos el compeed ampollas...
ResponderEliminarBesos.
Bueno Alfreo lo has intentado, las tres opciones no han encajado en tu pie. Una vez terminado el experimento,venga ponte a ello y presenta tu relato jejejee.
ResponderEliminarUn abrazo.
La intencion es buena, si, pero te daras cuenta lo duro que es cambiar la comodidad por la estetica para parecer ¿mas guapo? ¿mas alto? Si se trata de dar una patada al mundo... mejor descalzo.
ResponderEliminarBesos
Caray que sería interesante ver que tal te queda el taco-aguja! foto no hay? bue ... una pena.
ResponderEliminarEs muy loable el intento sin embargo, pero no te sientas solo, a muchas de las chicas nos da trabajo el taco aguja. Aunque no renunciamos a la elegancia, hay opciones un poco mas cómodas e igualmente glamorosas.
=D
un abrazo
Alfredo cómo me divertí leyendo esto!!! Primero con esas reflexiones sobre los tamaños y sus consecuencias y luego cuando te imaginé montado en los tacones!!! Genial y fresco como siempre amigo.
ResponderEliminarUn abrazo!!!
Queda meridianamente claro que en este experimento por intentar meterte en zapato ajeno, no has encontrado la horma adecuada. unas veces por tamaño, número inadecuado, otras por género del mismo. Y es que ya lo dice el refrán:
ResponderEliminarZapato de amigo, la suela rota y el hilo podrido.
Un abrazo.
Queda claro, Alfredo, lo mejor es que cada uno calce sus propios zapatos que bastante tenemos con amoldarlos cada vez que tenemos que sustituirlos. Cuántos giros da la vida!, y a todos hay que adaptarse.
ResponderEliminarUn beso.
Literalmente has puesto tus pies en zapato ajeno, que no se diga que no probaste la experiencia, muy bien documentada por otra parte.
ResponderEliminarLa verdad? daría lo que no tengo por verte andar con esos 40 de taco fino, jeje! Y bueno... en la vida hay que intentar probarlo todo (eso dicen).
Besitos y una sonrisa:
Gaby*
Creo que esa opción es buena; pero has de ir con cuidado, te puedes caer, o también te puede gustar y no volver a tu antiguo zapato.
ResponderEliminarBuena reflexión
Un abrazo
Me gustan las tres opciones que das. Pero me sorprende positivamente el final. Buen trabajo
ResponderEliminarLa verdad es que no te imagino con taconazos pero avisame porque si algún día lo haces no quiero perdermelo jajaja.
ResponderEliminarComo siempre disfruté con tus certeras letras. Un besazo
Calzarse unos tacones de aguja es difícil incluso para una mujer, por tu parte todo un detalle... Aún así creo que así debe ser ponerse en el lugar de otro, hay que tener mucha capacidad para adaptarse a la situación...
ResponderEliminarUn beso
Oye que hay muchas mujeres que usan deportivos, sería mejor que esos tacones que probaste, jeje!
ResponderEliminarLo cierto, es que es muy interesante lo que propones; a veces haciendo el esfuerzo de estar en los zapatos ajenos no funciona, por más noble que sea la tares, hay cosas que no son para uno, también hay que respetar el no entender, que no significa agredir al otro, simplemente es no compartir y podemos seguir viviendo tranquilamente.
El simple hecho de intentar calzar zapatos ajenos ya es un gesto importante que dice mucho por tu parte. Ahora bien, es cierto que como con los propios con ningunos, ¿verdad? Y aún así, a veces nos hacen rozaduras... Un buen texto. Besos.
ResponderEliminarSí, complicado ponerse en otros zapatos cuando no son de tu talla o género, literal y figuradamente. Ahora, creo que es algo inevitable para quienes nos gusta escribir.
ResponderEliminarAbrazos, amigo.
sabias reflexiones en cuanto a los números del calzado, si queda chico y si queda grande... me encantaron alfredo. un abrazo juevero... este sabado!
ResponderEliminarNo hay muchas mujeres que calzan 40, por eso los tacones de se número son mas baratos, quedan saldos de las temporadas de todos los colores y variedades, no se puede negar la ventaja!, pero vale el porrazo el intento Alfredo.
ResponderEliminarTe mando un abrazo
No sé yo, pero mi hija calza un 41, ya sé que no es de la media pero de pequeña se podía poner zapatos de señora con tacón alto y vamos que ella quería ir a colegio con tacones, menos mal que ha crecido y ahora no le gustan, jeje.
ResponderEliminarDe verdad Alfredo, pero los zapatos de tacón alto, es una tortura,¿quién los inventaría?
Un abrazo.
Y llegamos a la conclusión, aunque sean del mismo numero el calzarse los zapatos de otr@ siempre deja factura...
ResponderEliminarUn abrazo
Pisas fuerte y dejas huella, haces bien al quedarte con los tuyos.
ResponderEliminarUn abrazo.
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