Este jueves, relato. Crisis
Matías se levantaba todas las
mañanas a golpe de despertador. De un salto se calzaba las zapatillas y ya en
la ducha, repasaba mentalmente su plan de trabajo, ordenaba visitas y planificaba
su tiempo.
Es comercial autónomo,
representa varias firmas de material de Papelería, desde lápices, chinchetas y
bolígrafos hasta archivadores A-Z. Pero con “la crisis” los pedidos escasean y
sus jefes le exigen cifras imposibles.
Su guión seductor, basado en
argumentos estudiados y convincentes ya no tiene oportunidad de lucirlos. Le
faltan el ánimo, le confianza y la solvencia.
Ahora, Matías, cuando a la
misma hora suena el despertador, sin actividad que ordenar, ni citas que
planificar, se pregunta si merece la pena saltar de la cama, calzarse las
zapatillas y sumirse en esa ducha gratificante que hasta bien poco marcaba el
principio del día.
No lo entiende ¿por qué se
necesitan hoy, menos chinchetas que ayer? o archivadores, ahora es el momento
de guardar esos papeles que se nos amontonan sobre la mesa. ¿Y bolígrafos,
acaso la gente ha dejado de escribir? Cuando además, se han inventado nuevas
palabras como desaceleración, recesión, rescate financiero, crisis hipotecaria,
prima de riesgo…
Fantasea con la concesión de
imposibles, descarta la ONCE, la Quiniela y, piensa y piensa… ¿Qué podrá hacer?
¡Ya está! ¡Venderá Tiempo! eso es… venderá tiempo, porque ahora eso es lo que
le sobra, siempre hay alguien que necesita unos minutos para dedicárselos a los
amigos, a la familia, a la reflexión, a la lectura o a uno mismo, que con
demasiada frecuencia lo olvidamos.
Desgraciadamente, esto no
tiene nada de gracia, pero es necesario decirlo así, en un momento totalmente
dramático, pero desde la voluntad de ser y seguir siendo los auténticos
protagonistas de nuestra vida.
El tiempo es de un valor muy importante y no se compra, ni se vende. deberemos administrarlo bien, para que nunca nos falte para los nuestros.
ResponderEliminarUn abrazo maestro ;)
Un texto aleccionador. El tiempo se valora más mientra menos se tiene.
ResponderEliminar=(
Una muy loable decisión la de tu protagonista, pero no podemos olvidar a los niños mal nutridos, a los enfermos sin cuidados, los deshaucios. etc.etc.
ResponderEliminarCon cariño y admiración.
Esa es la idea del Banco del Tiempo, una gran idea.
ResponderEliminarAlfredo, ya hicieron una pelicula sobre esto.La gente vendia su tiempo a gente que no tenía y si se le acababa, moría. Era un poco cruel; pero cosas peores se han visto. Esta crisis desde luego nos hace agudizar el ingenio.
ResponderEliminarUn abrazo
Es tristísimo cuando la falta de ocupación productiva nos deja con una disponibilidad de tiempo que no quisiéramos tener. Irónico si no fuera tan cruel, lo de vender el tiempo que nos sobra. Cuando trabajamos, Alfredo, también estamos poniéndole precio a nuestro tiempo. Al tiempo y algo más y eso es lo que parece ser no es necesario hoy, ese algo más.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
El tiempo está para ocuparlo dignamente, nunca para venderlo.
ResponderEliminarUn abrazo.
La desolación de perder el incentivo, de no poder vivir de lo que queremos o sabemos hacer, a veces nos golpea. Pero mientras haya sangre en nuestras venas, hay que seguir de cualquier manera.
ResponderEliminarUn abrazo.
El relato es muy bueno, terrible, creo que todos conocemos personas que viven esas circunstancias. Me ha encantado como trasmites los sentimientos del protagonista.
ResponderEliminarUn abrazo.
Al pobre Matías le cogió la crisis ya con cierta edad a la que no es fácil encontrar trabajo. Es una pena no saber qué hacer con tanto tiempo libre, y a cualquier edad. La crudeza del quedarse sin trabajo a día de hoy,
ResponderEliminarUn abrazo
Me he sentido en la piel de Matías. Tus letras trasmiten esa sensación de inquietud y agobio de la crisis.
ResponderEliminarLa última frase es la que nos cuenta de una decisión que aunque difícil pone en el énfasis en lo positivo que puede quedar.
un fuerte abrazo
Buena descripción y ajustada a la convocatoria, creo que es un relato muy bello.
ResponderEliminarabrazo