Este Jueves, Relato. Jueves de música
-¿Cómo lo llevas?
-bien, me queda poco. ¿Y tú?
-...dudas con la corbata, no se si ponerme la estampada de Chagall o la de las caras de Fornasetti.
-mejor la de Chagall, es más adecuada.
-Si, tienes razón, ...por cierto, vamos en taxi, es más seguro, más directo.
-Como quieras, en metro estaría bien, pero si vas a estar más tranquilo... ¿Qué tal estoy?
-Guapísima, parece que vayas a la Opera.
-Gracias, ...lo mismo, sólo que un poco más místico.
El taxi, volaba, de la 58 a la 47 por Broadway.
No ves, miras velozmente y de soslayo te engañas reconociendo un recorrido que habíamos paseado por la mañana en sentido inverso. Que diferente es Manhattan cuando, sin prisas, levantas la vista hasta donde alcanzan los últimos pisos de sus rascacielos, la pasión se sobredimensiona y la vida se acelera.
-Mira, allí es.
-Entremos, tenemos tiempo de sobra, pero prefiero esperar sentado.
-¿Crees que aquí estaremos bien?,...ahora podemos elegir.
-Si, me gusta, los bancos son todos igual de duros y aquí estamos frente al altar.
-No te preocupes, cuando empiece Mozart, nos va a parecer que estamos en una nube.
Los asientos se fueron ocupando. El ligero murmullo se diluyó al tiempo que la sinfónica acometió las primeras notas del maravilloso Réquiem, llenando de música aquel denso silencio.
Nosotros, lejos de casa, éramos parte alícuota de aquel grupo multicolor, iluminado a través de las traslucidas cúpulas de St. Malachy's Catholic Church.
Era jueves santo en Manhattan.
-bien, me queda poco. ¿Y tú?
-...dudas con la corbata, no se si ponerme la estampada de Chagall o la de las caras de Fornasetti.
-mejor la de Chagall, es más adecuada.
-Si, tienes razón, ...por cierto, vamos en taxi, es más seguro, más directo.
-Como quieras, en metro estaría bien, pero si vas a estar más tranquilo... ¿Qué tal estoy?
-Guapísima, parece que vayas a la Opera.
-Gracias, ...lo mismo, sólo que un poco más místico.
El taxi, volaba, de la 58 a la 47 por Broadway.
No ves, miras velozmente y de soslayo te engañas reconociendo un recorrido que habíamos paseado por la mañana en sentido inverso. Que diferente es Manhattan cuando, sin prisas, levantas la vista hasta donde alcanzan los últimos pisos de sus rascacielos, la pasión se sobredimensiona y la vida se acelera.
-Mira, allí es.
-Entremos, tenemos tiempo de sobra, pero prefiero esperar sentado.
-¿Crees que aquí estaremos bien?,...ahora podemos elegir.
-Si, me gusta, los bancos son todos igual de duros y aquí estamos frente al altar.
-No te preocupes, cuando empiece Mozart, nos va a parecer que estamos en una nube.
Los asientos se fueron ocupando. El ligero murmullo se diluyó al tiempo que la sinfónica acometió las primeras notas del maravilloso Réquiem, llenando de música aquel denso silencio.
Nosotros, lejos de casa, éramos parte alícuota de aquel grupo multicolor, iluminado a través de las traslucidas cúpulas de St. Malachy's Catholic Church.
Era jueves santo en Manhattan.
Más orquestas, orquestinas, coros y coritos, en la pianola de Gus
Dicen que es estupendo escuchar los conciertos en este lugar, algun dia me gustaria visitar y poder sentarme y oir la musica en primera fila bueno o en la ultima la cuestion es estar alli.
ResponderEliminarBella entrada que nos dejas hoy.
Primavera
Me ha gustado muchisimo.
ResponderEliminarTésalo
Tu relato, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn escenario de melodía, algo por lo demàs eminentemente cinematograficco. ¡Quién no ha sentido, que en la vida existen algunos momentos de ballet!
un saludo
Alfredo, genial diálogo, pero ¿no será muy "naive" corbata diseño Chagall para el "Réquiem" fúnebre? OK, a las penas puñalás y a gozar de Mozart después de atravesar Manhattan.
ResponderEliminarTú facilidad pasmosa para crear atmósferas y un fraseo hágil, fresco preñado de insinuaciones, sorpresa incluida, me deja boquiabierta. !Salve! como siempre, creador de imagenes por palabras.
Siempre que pienso en Nueva York, obvio, pienso en Sinatra. Así que el día que vaya (soy muy joven y no he viajado mucho todavía, jajaj) lo primero será tratar de oirlo en alguna esquina al susodicho. Luego seguiré tu consejo de oir a Mozart si paso por la Iglesia. La foto impresionante, me encantó.
ResponderEliminarbesitos de una integrante de los coritos ( no da para más...jajaj)
Ah...lo de las corbatas es menor. A Ud. como a Gardel cualquier pilcha le queda bien!! adío
ResponderEliminarRequiem aeternam
ResponderEliminardona eis luceat...
Et lux perpetua....
Me has puesto la carne de gallina, amigo. Lo he cantado como soprano segunda y lo he tocado como viola solista. Menuda obra. La última vez, hace 15 años, fue en el Palau de la Música de Valencia, en la sala B, la que tenía mejor sonoridad.
Ah, qué recuerdos...
Gracias.
...y nosotros aquí, prendidos de tu recuerdo...gracias por ello.
ResponderEliminarun abrazo.
Debió ser increíble, Alfredo. La acústica de las iglesias impresiona.
ResponderEliminarComo siempre ha sido un placer visitarte.
Un abrazo.
La música me recibe esperando en tu blog, perfilándose en el runrun de las palabras.
ResponderEliminarUn abrazote
ResponderEliminarPequeñito,con el trasero dormido por ese asiento tan duro,y que?aqui estoy en alma entera percibiendo musica,esa,la que busquè y encontre,asi,aqui de esta manera y que?.Hoy lo pude contar.
ResponderEliminarAun revolotean aquellas mariposas en mi mente.
cordial saludo
Todo un lujo de jueves santo, en Manhattan y con Mozart, nada menos.
ResponderEliminarLa música no tiene fronteras, ni idiomas, se puede disfrutar en cualquier rincón del planeta. Y más si es Mozart.
Manhatan ,Mozart ,Réquiem un banco duro que se transforma en una esponjosa nube si te dejas llevar,las primeras notas cautivan los sentidos y a partir de ahí ya no hay mas, sólo el vello de punta, me emociono.
ResponderEliminarGracias por el regalo de este jueves.Un beso.
La verdad es que los conciertos de música clásica están muy bien, el oir tantos instrumentos juntos provoca un sonido extraordinario.
ResponderEliminarMuy bien relatado
Un abrazo
Primavera:
ResponderEliminarFue estupendo y muy estimulante, un Oasis en medio de la cuidad del ruido.
Tésalo:
Gacias, fijaté si fue cinematográfico que a la salida coincidí, con Al Pacino.
Natalia:
Te prometo que la corbata le pegaba no en vano la había comprado el día de antes en el Metropólitan Opera´.
Cass:
Mozart, Sinatra, las dos cosas están muy bien, lo importante es la esquina, esntonces es New York cien por cien, gracias por la comparación con su paisano tangero.
Verónica:
Eso, son palabras mayores, digo lo de cantar e interpretar y si es esta "perla" ya te cuento...!!
Mónica:
Gracias, mis recuerdos estan siempre a vuestra disposición y para vustro disfrute.
Ardilla:
Lo fue, especialmente los silencios.
Mimi:
Con la música se puede esperar eternamente, mis palabras ya pueden cansar a los pocos minutos.
Yonky:
Creo, que ni el trasero se me durmió, las mariposas no le dejaron.
Teresa:
Es cierto, aquella tarde lejos de casa, junto a otra gente lo pude coraborar.
Medea:
El regalo es para mi, poder contar estas naderías, para lectores tan benevolos como vosotros.
Carmen:
Gracias, es todo un espectáculo, pero no más que el que también lo da un instrumento sólo.
Besos (enteros) a tod@s
Hola, Alfredo.
ResponderEliminarComo verás, llego con algo de retraso. El tiempo no me da para más.
Me he colado en vuestro taxi y he disfrutado de leer esa experiencia tan digna de ser contada. Debió ser indescriptible.
Un abrazo.
Maat
Bueno Maat, algo descriptible si fue, pero eso si, de poner los "pelos" de punta.
ResponderEliminarTe confieso que cuando terminó, nos costó levantarnos de ese banco tan incómodo. Me hubiera quedado un rato más en silencio.
Besos
Aunque nunca estuve en Manhattan, al leerte iba por allí.
ResponderEliminarMuy bueno tu relato.
Saludos
Todos los instantes que relatas tienen la misma magia...tanta, que puedo ver el color de la corbata, escuchar el ruido del tráfico en Manhattan, compartir la nube a ras del banco ... y Mozart.
ResponderEliminarUn placer.
Gracias Gambetas, si un día vas, espero que lo disfrutes como yo y me mandes una postas para confirmarlo.
ResponderEliminarRosa, Sólo intento transmitir la magia que tienen los lugares, las situaciones, lo demás viene solo.
Besos
siempre que voy a ver a lecteria, y ya van unas cuantas, el mecanismo...los pasos son los mismos...
ResponderEliminarluces fuera, musica sin voz de electeria...tras unos minutos, aparece....yyyyy
el extasis....¡¡
sabes, alfredo, por muchas veces que he visto esta escena, aun me emociona como si de cuento renvado fuera.
medio beso,.