Este jueves, relato: Navidear
Mi calle, en
Navidad
Mi calle era estrecha y larga —así, la
recuerdo—.
Esa calle, de casas de un solo piso y
planta baja con corral, tenía nombre de heroína y, ambas, la calle y la
heroína, fueron testigo de mis primeras navidades. Me veo en ella niño, descubriendo
olores, compartiendo juegos, haciendo amigos e inventando enemigos. Frente a mi
puerta, las casas se interrumpían y el sol se colaba por ese hueco iluminando
las fachadas que iban del 60 al 68. Ese gran solar —casi campo abierto— era
cuartel general de lagartijas, perros, gatos y alguna que otra gallina
desertada del algún gallinero cercano.
Desde mi habitación adivinaba el paso de
los coches por las luces que se reflejaban, deslizándose fugazmente, en las
paredes y techo en penumbra. Quise coger miles de veces aquella luz, que
siempre me sorprendía con inesperada ventaja. Junto a aquella luz, otras,
aparecían de la nada siempre el día 22 con la cantinela de la lotería de fondo.
Unas luces y otras anunciaban la Navidad. Luces de Belén, luces de abeto,
guirnaldas medio rotas que, aprovechadas de años anteriores, le daban nombre
propio a unos metros cuadrados cuya fosforescencia duraría, en el mejor de los
casos, un par de semanas más.
Calle de panas y boinas, delantales y alpargatas. Y barro, mucho barro que, despiadadamente nos dejaba la lluvia para enfado de mi madre. Calle de villancicos compartidos, de invitaciones inusuales, de globos de colores que salían despedidos por los balcones.
Solo tengo tres fotos de aquellas navidades. En una de
ellas se ve el solar, donde se interrumpían las casas, y mi abuela con la
colada repartida sobre los confiados arbustos recibiendo gratis el sol a través
de linos, lanas y algodones. Yo con ropa de ensuciar, miraba, que no veía,
mientras mordisqueaba una yesca de turrón del duro. En otra, en brazos de mi madre
observaba el solar en busca de lagartijas, gatos, perros o alguna que otra
gallina. Era una calle llena de corazones curiosos, de azulejos de Manises y
miles de sueños que nacían, crecían y morían cada año después de la Navidad.
De la tercera foto... ni me acuerdo ni he vuelto a saber de ella.
Alfredo nos has dejado una parte importante de tu existencia como en la infancia. Gracias por ello. Te deseo una muy Feliz Navidad!!
ResponderEliminarHay Navidades (y barrios) que nunca se olvidan. Gracias por tu visita. ¡Feliz Navidad!
EliminarMe encantaría tener alguna foto de las navidades de mi infancia en cada de mis abuelos. Eres muy afortunado si conservas más de una 😊 gracias x compartir tus recuerdos navideños Alfredo. Espero que tengas un muy feliz festejo junto a los tuyos. Un fuerte abrazo 🤗
ResponderEliminarGracias, Mónica. Entonces era difícil hacerse fotos y más complicado guardarlas. Por eso, las que se conservan, se miran con admiración y respeto. Gracias por tu visita. ¡Feliz Navidad!
EliminarTodo un cuadro encantador y muy evocador el que nos has dejado. Me ha gustado mucho cómo lo has "pintado".
ResponderEliminarUn abrazo :)
Gracias. El cuadro siempre ha estado en mis recuerdos, solo hay que llevarlo al papel. Abrazos.
EliminarMe gusta mucho la navidad de tu infancia y me imaginado ese solar que era tu reino, los niños de entonces todos teníamos un reino, el mío era el patio de casa de mi abuela.
ResponderEliminarY me ha llamado mucho la atención el saber que tú, como yo, te entretenías con las rafagas de luz que proyectaban los coche ¡s en el techo de nuestras habitaciones... ¡qué curioso!
Un abrazo, compañero.
Gracias, Tracy. Esos solares de las grandes ciudades o han desaparecido o se han hecho intransitables y ya, de tender la ropa en ellos, ni te cuento. Besitos
EliminarNostalgia de otros tiempos y de otras navidades, recuerdos hermosos que reconfortan. Felices fiestas, besos.
ResponderEliminarGracias, Inma. Sí, mucha nostalgia y mucho estímulo haber vivido todo aquello y poder contarlo. Besitos
EliminarPues nos has hecho viajar en el tiempo, lo cual casi siempre, va bien.
ResponderEliminarUn abrazo enorme, y felices fiestas
Gracias, Albada. Un viaje a lo entrañable siempre viene bien. Besitos.
Eliminar¡Qué lindos recuerdos de infancia sobretodo los de tu madres, abuela y lagartijas! Pero claro, siempre hay alguien que pasó efímeranebte por nuestra vida y la o lo olvidamos... Un abrazo con mis mejores deseos para estas fiestas y año nuevo. Que nos sea muy benigno y saludable ❤️ 🍀 🌹 🎉 🎊 🌈
ResponderEliminarMe dejas preocupado con eso de que «siempre hay alguien que pasó efímeramente por nuestra vida y lo olvidamos...» A quién habré olvidado yo y, seguramente, sin merecerlo. Un abrazo muy fuerte y gracias por tu visita.
EliminarGracias por narrarnos tus vivencias infantiles en los días de Navidad, Alfredo. He podido ver y sentir ese solar, las luces de los coches, incluso el barro. Mis vivencias no difieren mucho de los que nos narras. prevalecía la convivencia, la cercanía, el escenario, parecido, calle empedrada con casas de una sola planta, aunque en mi caso eran casas de vecinos, en cada una de ellas vivian varias familias con un patio común donde la comunicación era asignatura casi obligada.
ResponderEliminarFeliz Navidad.
Gracias, Pepe. Similares tiempos, similares vivencias y escenarios. Un abrazo (bueno, dos) y mis mejores deseos para vosotros en estas fiestas.
EliminarLos recuerdos más bonitos son los de nuestra infancia, en estas fechas en que la nostalgía nos invade, es bonito contar con alguna fotografía que nos acaricie el Alma.
ResponderEliminarPrecioso relato querido amigo!
Felices Fiestas! Que el 2021 nos regale la salud y los abrazos que tanta falta nos hacen...los virtuales te los mando llenos de cariño ya.
Gracias, Lucía. Recibo tus virtuales abrazos que sientan casi tan bien como los otros. Te deseo salud y felicidad para todo lo nos que queda de aguantar. Besos
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