Este jueves, relato: Chocolates
El sol, todavía sesgado, entra de este a oeste
y aún no alcanza el suelo. Las puertas se abren. El mercado empieza a animarse.
El público llena los pasillos en busca de la primera delicadeza que echar en su
bolsa de la compra.
Facundo es el de
los chocolates. Todo lo tiene ordenado a lo largo del mostrador y en la vitrina
trasera. Es el único vendedor que hace siesta arbitraria e indiscriminada. Su
edad y obesidad le producen un sopor que hace que el sueño le venza a cualquier
hora del día. Primero se deja caer sobre un banco sin respaldo apoyando la
inmensa espalda en la vitrina trasera. Sueña, en segundos, una historia que
dura minutos y que le perturba siesta tras siesta: «¡Abre la parada y los
chocolates no han llegado!».
El negro siempre llega el primero, tarde
pero el primero. Serio y circunspecto. Refunfuña y protesta hasta el
aburrimiento.
Su primo pequeño,
el que es con leche, que siempre le
acompaña, no le hace caso. Mejor así.
El con pimienta está a punto de jubilarse.
El con frutas llega a continuación. Es padre
del con clavo que le sigue de cerca.
El sin azúcar al que también llaman light es el preferido de Facundo.
Junto a él llegan
los con nueces y los con pistacho. Gemelos, y no son santo de
devoción del negro, con el que
discuten acaloradamente.
El con anacardos hoy tal vez no venga.
Anoche estuvo trabajando hasta tarde. Es el que hace la limpieza cada día al
terminar.
¡Facundo! —Le grita
una voz desde fuera de puesto—. Facundo… Pero ¿otra vez se ha dormido?
—¿Qué? ¡Ah no!,
estaba pensando. ¿Qué desea, doña Carmen?
—¡Cómo que no! Si
todavía babea.
—Bueno, ha sido un
segundo. Un lapsus, como se dice
ahora.
—Facundo... Debería
pensar en la jubilación, ¿no le parece?
—¡Ay! doña Carmen,
usted siempre tan puntillosa. Solo ha sido una cabezadita. Dígame, ¿qué le
pongo?
—Cuatro tabletas;
dos de negro y dos de otro menos amargo. ¿Cuál me aconseja?
—Con frutas o con
leche, el que prefiera.
Carmen dudó unos
segundos. Tenía claro que prefería el de frutas, pero en ese instante vio
frente a ella aquel paisaje multicolor que formaban cientos de tabletas de
diferentes clases, marcas, gruesos y dibujos y quedó fascinada. Matices.
Sabores. Colores. Era un lienzo desbordado de pinceladas. Un Pollock ordenado. Y a los lados, por si
fuera poco, más estanterías con bombones, turrones, cajas con canela, palitos
de limón, de pimienta y de naranja.
Así es el día a día
de Facundo, el de los chocolates.
Más dulces en el puesto de María José.
[Foto de cabecera: Laurek Photography]
Fantástico, me has hecho entrar en ese sueño de Facundo.
ResponderEliminarNos has hecho la boca agua con tanta delicadesse jajaja. Muy buenos días .
Abrazos !!
Gracias por tu visita. Son días para dulces y buenos deseos. Si además lo acompañas con una buena siesta, qué más se puede pedir. Besos
EliminarLo más atractivo de los dulces es la exuberancia, verlos en cantidad y variada especie hace que se desate la gula
ResponderEliminarNunca sé con cuál quedarme y... todos no puede ser. Besos.
EliminarMe dejas con la boca hecha agua. Porque hay mejor manjar que el chocolate negro? Besos.
ResponderEliminarGracias, Inma. ¡El negro, el blanco, el con...! Me apunto a todos. Besos
EliminarHay con don Facundo!!! no se habria desayunado con un buén tazón de chocolate negro, con churros, otro de cholate mas claro con dulce de leche? De algo le vendrian los kilos. Ademas una siestecita a media mañana. Qué otra cosa la podría producir???
ResponderEliminar¡Uyyy! Las siestas, que bien sientan; aunque ensanchen las cartucheras. Besos, Montserrat.
EliminarQue gusto leer sobre chocolates y además tan bien fraguada. Gracias hoy ya tengo mi ración de energía.
ResponderEliminarbesos
Gracias, Tracy. Y sí, es mejor dosificar. Besos
EliminarAl final, sin ser hora, em ehas dado ganas de probar esos dulces. Un post imaginativo y muy salado.
ResponderEliminarUn abrazo, y felices fiestas
Gracias, Albada. Igualmente... lo de los dulces y lo de las fiestas. Besos.
EliminarSi unimos los dulces y la siesta, yo me rindo ! Menuda vida la de Facundo, nos has mostrado un sin fin de dulces y me has dejado con ganas de salir corriendo al armario de las chuches.
ResponderEliminarBesos dulces amigo.
Gracias, Lucía. Cuidado con los chuches ya ves lo que le pasa a Facundo. Besos, amiga.
EliminarApetece visitar el puesto. Muy visual y casi sabroso.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte
Hola, Max. En la realidad es más impactante todavía. Gracias por la visita. Abrazos
EliminarAyer abrí una caja de bombones y me pasó como a Carmen, no sabía para cuál tirar. Encantada de conocer el puesto de Facundo. Gracias por participar. Feliz Navidad y un beso fuerte.
ResponderEliminarHola, María José. De la mano de Carmen no hay nada en el Mercado que se te escape y los dulces no iban a ser menos. Grandísima cicerone gastronómica. Besos
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