Este jueves, relato. Título sorpresa: "La silla va de viaje".
Es la pequeña y es su primer viaje. Yo, su madre, la mecedora, no lo
tengo nada claro. Pero su padre, el sillón, dice que ya es mayor, que tiene que
espabilar y ver mundo.
Parece que fue ayer cuando Tomás, el
carpintero de cabecera me dijo: María vas a tener una silla, y recién nacida ya
olía a roble fresco. De niña sentía la emoción de los primeros descubrimientos.
Aquel culito blanco que la acariciaba, escurriendo las tiernas nalgas sobre su
resbaladizo cuerpo, hasta que alguien decidió que había que tapizar el asiento
con loneta de colores. Aquella base que iba creciendo en altura, con
almohadones superpuestos, tal y como se hacía mayor Carmencin.
Siempre fue transparente.
Su mirada limpia a través de los barrotes torneados encontraba el límite en la
prolongación hacia el suelo de las cuatro patas sobre las que se sostenía.
Hoy, unos barnizados después, se
va de viaje al bosque de la vida. Paseará entre robles nobles, hayas en sayas,
pinos pintureros, y tomará el sol a través de ese hueco por donde el sol
regatea a las sabinas.
Es Julio, la niña es ya mujer.
Vaya fantasía/maestría la tuya de coger ese título juguetón e intransigente y filosofar sobre los robles nobles, hayas en sayas... Me he quedado impresionada, Alfredo, parece que la página huele a barniz y bajo mis dedos acaricio la madera pulida de esa silla que se va de viaje. Gracias por participar. Un abazo
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, está lleno de fantasía y es muy original :)
ResponderEliminarMuchos besos
Un relato muy inspirado y original. Eres un gran maestro de la narrativa. Enhorabuena!!!
ResponderEliminarQué relato más tierno a la vez original. Me gustó mucho.
ResponderEliminarDifícil era desde luego y muy bien resuelto...además las sensaciones del relato son muy frescas...
ResponderEliminarMi enhorabuena...
Abrazos
Una hermosa manera de contar toda una vida , Alfredo. Has escrito una preciosa y precisa metáfora del viaje que nos va llevando hacia la madurez, y me ha encantado.
ResponderEliminarEl reto que tenías no era fácil y lo has cumplido con nota.
Un abrazo
El viaje de la vida de la infancia hasta la madurez... todos tenemos un cometido en la vida, hasta la silla que nos acompaña. Un bonito y revelador viaje.. Estupendo!!
ResponderEliminarBesos
Esa vida que le has dado a la silla ha sido muy original. Volvió de donde vino. Toda una paradoja como la vida y el ser humano.
ResponderEliminarUn abrazo
¡Que derroche de imaginación!
ResponderEliminarSolo una mente creativa puede encaminarse en una historia como esta! El sorpresivo título, puede llegar a ser un desafío insalvable o un motor interesante, y este es precisamente tu caso... El relato no tiene desperdicio, huele a originalidad y a la buena madera de quien tiene talento para escribir. Te felicito! -de más está decir que me encantó!
ResponderEliminarBesos!
Gaby*
Todo cobra vida en las manos de un artista, hasta una simple silla recien barnizada.
ResponderEliminarUn abrazo Alfredo.
( los últimos retoques, nada cuatro comas y lo enviaremos)
¡Que ternura! Desde aquí me llega el olor del último barniz, el último crujir soportando el peso, el último arrastre por el suelo de la sala... feliz viaje, pequeña silla de roble.
ResponderEliminarBesos
El título que te tocó era verdaderamente complicado... has salido más que airoso!
ResponderEliminar=)
Has resuelto maravillosamente bien el reto que te ha planteado Dorotea, el relato es muy tierno y muy bien escrito, como siempre!Enhorabuena!
ResponderEliminarUn beso
Muy original Alfredo.
ResponderEliminarUn abrazo.
¿Como era aquello, Alfredo? Ah, si... La imaginación al poder. En tu historia es lo que a mi modesto entender prevalece. La imaginación para sacar partido a un título que se presentaba complicado.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
....tus letras son capaces de darle ternura y humanidad desde la nada a una silla.
ResponderEliminarte admiro,amigo!!!!
Esa silla, esa niña, a la que hay que dejar marchar y hacer su propia vida, ais que nos cuesta a las mecedoras dejar de prestar nuestra compañía protectora y dejarla internarse en ese bosque de la vida… vale, vale, que no soy una mecedora, pero tengo una silla inquieta que me tiene loca! Jajaja, precioso relato amigo mío, una no puede evitar dejarse llevar por sus formas, perderse en sus metáforas y hacerlo suyo! Miles de besosssssss
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